Nosotros, quienes creemos que las demandas de nuestra sociedad materialista son erróneas y no tienen que ser servidas, al no tener la oportunidad de realizar nuestras ideas, sólo nos queda teorizar y expresarnos en proyectos y maquetas, que son como gritos en el desierto,los que nadie oye, excepto su autor. Aunque en estas circunstancias es muy difícil desarrollarse y encontrar la solución ideal, siendo la base de nuestras actividades creativas, el Amor en su pureza, no hay peligro de destrucción y desánimo, ya que este Amor no exige recompensa, sólo posibilidad de dar y eso nadie puede quitarlo.
Juzgando los proyectos de mis ciudades,desde este punto de vista y no como un encargo real y concreto, creo que estas cumplirán su misión para nuestra época transitoria, en la que basta marcar el primer paso para el justo camino y dejar libertad a los seguidores para pasos siguientes. Naturalmente, este primer paso tiene que tratar la esencia del problema, tiene que ser como la semilla de cualquier cosa animada,que una vez recibido su medio apropiado, forzosamente engendra su sustancia. Por eso no es tanto la forma de los edificios, o las plazas y calles de mis ciudades lo importante, que pueden ser tratadas muchas manearas y que nunca deben ser iguales, como tampoco lo son las hojas ni las flores de los árboles, que sin embargo, en esencia son muy parecidas.
Mis ciudades, a pesar de sus dimensiones diferentes, como las de:
· Ciudad Donna Cristina, para 10.000 habitantes.
· Pueblo industrial, para 20.000 habitantes.
· Ciudad Olimpia, para 500.000 habitantes.
· Ciudad Attunda, para 1.000.000 habitantes
en esencia son muy parecidas, todas funcionan como un organismo vivo, y como tal son definidas en su tamaño y forma, tienen un sistema orgánico, con justa jerarquía de valores entre sus partes, intercaladas éstas como arterias de comunicación, de igual modo que en el cuerpo de cualquier ser animado. Lo único que cambia entre estas ciudades es el grado de complejidad, y no el sistema. Hay un centro cultural, administrativo, y de comercio, así como zonas recreativas, deportivas, de enseñanza e industriales, con espacios entre ellas dedicados a zona residencial; tanto en la Ciudad Donna Cristina como en la Ciudad Attunda, la única diferencia es, que mientras en la primera estos centros están formados quizá por un sólo edificio o un conjunto de de edificios, en la segunda, debido a mayor tamaño, estos centros son mucho más complejos y se desarrollan alrededor de unas calles y plazas, pero esta diferencia también existe entre un animal primitivo y otro de clase superior, el cual, a pesar de su mayor complejidad, está construido sobre los mismos principios para bombear su sangre y dirigir el sistema nervioso de su existencia, y sólo tiene un corazón y un cerebro más desarrollados para esta finalidad, cumpliendo así más eficazmente sus papeles.
Mis ciudades, como cualquier organismo vivo, y como cualquier producto creado por estos organismos, incluyendo al hombre cuando logra llevar sus dos naturalezas a su justo equilibrio, son orgánicas y pretenden ser la expresión de la Fuerza Creativa de la Realidad Esencial, del Amor Puro en su proceso de Autorrealización.
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