El arquitecto, quien por la naturaleza de su trabajo tiene que transformar las necesidades de su sociedad en construcciones que puedan permanecer en pie muchos siglos, y que su obra, quiera o no, sirva como escenario de la vida de muchas generaciones, hoy no puede cumplir con la misión primordial de su profesión, la de servir las necesidades de su sociedad, porque éstas son falsas, y debe encontrar la causa de sus males y convertirse en su educador, utilizando su profesión como medio de expresión para transmitir su filosofía acertada sobre el mundo y la vida. Esta es la real misión actual, en un futuro inmediato, de nuestros arquitectos, pero esto sólo lo puede satisfacer uno y sólo tiene derecho a hacerlo si éste posee la Verdad, tarea nunca tan difícil de realizar como en civilizaciones con una materialista "filosofía del mundo y de la vida", como es la nuestra, y cuando por su falsedad el hombre ha perdido el justo equilibrio entre su vida instintiva y su vida espiritual, condición indispensable para poder, con espontaneidad , sentir e identificarse con la Verdad, como lo hacen los otros seres vivientes por debajo de nuestro nivel.
Hoy, debido a este desequilibrio, nos hemos alejado , sin ser consciente de ello, de la perfección de nuestra especial naturaleza humana, y nos encontramos en un estado degenerado que es la causa de nuestra insensibilidad artística y de las contradicciones entre nuestras ideas y leyes con la "Idea Real" sobre la Existencia y sus Leyes Universales, a las que todas sus partículas, sean éstas elementos inanimados o entes animados, tienen que adaptarse para su perfecto funcionamiento. De este hecho se deduce que la única fuente para obtener este conocimiento, que nos autorizará a practicar nuestra profesión como educadores de nuestra sociedad, es la de recuperar el equilibrio perdido entre nuestra vida espiritual y nuestra vida instintiva; porque sólo quien ha logrado esto y posee el estado perfecto de su naturaleza humana, puede asegurarse que esta en el buen camino. Ningún arquitecto, el más inteligente, el que más incentiva tenga a nivel científico,técnico incluso en formas artísticas y otros tipos de conocimientos, no posee este equilibrio y no se encuentra en el perfecto estado de su naturaleza humana y sus actos no son guiados por la Intuición, sino por su Inteligencia (cuyo real papel en el comportamiento y las actividades del hombre es la de ser sólo el instrumento y medio de expresión de la Intuición, y no el Amo), a pesar de su prestigio y reconocimiento, no está en condiciones de asumir esta responsabilidad, ni puede cumplir con su deber y real misión que las circunstancias de hoy exigen de él.
Hace falta descubrir que la creatividad es el don de nuestro Espíritu o Conciencia, si alguien prefiere llamarlo así, como lo son la vista, el oído, el tacto etc., de los órganos de nuestro cuerpo, y la única condición para que todos funcionen es la de llevar una vida sana, cuando todas estas facultades obtienen su perfección innata, que una vez perdida y sin eliminar el agente perturbador no ayudará a recuperarla ningún estudio ni conocimiento abstracto y de tipo practico.
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