Bajo el aparente bienestar económico y los grandes resultados científicos y técnicos que nuestra civilización ha logrado en cualquier campo de nuestras actividades, todo el mundo siente, por propia experiencia, que algo muy malo y antinatural está ocurriendo, de cuyo aspecto negativo e irreversible efecto destructivo no podemos escapar por mucho tiempo.
No voy a enumerar aquí las innumerables contradicciones que existen entre nuestras ideas,leyes e intenciones y la Idea Suprema sobre la Verdad, sus correspondientes Leyes de la Naturaleza y la Realidad Objetiva de la Existencia, porque todo el mundo conoce el problema de la contaminación, el peligro del armamentismo y de las industrias nucleares, el deterioro de nuestro ecosistema, la desintegración de nuestras ciudades orgánicas y el nacimiento de caóticos e inhumanas metrópolis, en las que no existe ni la paz ni la seguridad ciudadana, sin mencionar la degeneración ética de nuestra sociedad, la ruina de la vida familiar, la pérdida de la sensibilidad artística y la capacidad creativa del hombre contemporáneo etc. Todos estos ejemplos sólo son una ínfima parte del mal general que impregna todos nuestras actividades, las consecuencias lógicas e inevitables de un mal básico que está relacionado directamente con el estado psicosomático de nuestra especial naturaleza humana. Eliminar estos males, uno por uno, sin tratar de curar sus causas, el estado degenerado de nuestra naturaleza psicosomática, es agravar más el problema; sin embargo,al restablecer el perfecto estado de nuestra naturaleza se anularán, automáticamente y sin ningún tipo de intervención nuestra, todos esos males que actualmente padecemos.
Para justificar esta premisa sostengo que el hombre contemporáneo, debido a su materialista "filosofía del mundo y de la vida", por la sobreestimación de su parte material a costa de su vida espiritual, destruyó el justo equilibrio de su naturaleza psicosomática, y por eso estas facultades quedaron atrofiadas, perdiendo ambas sus capacidades inherentes; la primera de conocer, y la segunda, de sentir la Verdad sobre la Existencia, quedando el hombre sin guía para sus comportamientos y actividades, sustituyendo está por su Intelecto, facultad perfecta para comunicar y realizar una idea, pero insuficiente para juzgar y valorar todos los conocimientos que han de intervenir cuando se trata el conocimiento objetivo sobre la Verdad.
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