MEDIO
AMBIENTE HISTÓRICO Y SU PRESERVACIÓN
La preservación del
medio ambiente histórico, entendiendo esto incluso para los edificios o
conjuntos urbanísticos que tienen valores arquitectónicos y culturales, hoy es
el más gran problema y exige una valoración y juicio muy acertado que muy pocas
veces prevalece. La razón de las posibles equivocaciones en este campo es que
mientras, por razones psíquicas y culturales, para no perder las raíces de
nuestro pasado, tendríamos que preservar estas herencias, al mismo tiempo no
queremos ni podemos cambiar nuestro modo de vida tan diferente de lo que tenían
los habitantes de estos edificios, barrios o ciudades.
En la polémica,
además, muchas veces entran factores sentimentales e hipocresía, porque los
defensores de estos edificios y calles insanas, incómodos, mal ventilados, sin
suficientes instalaciones sanitarias, sin garajes y sin posibilidad de
aparcamiento en ningún sitio cercano, no quieren vivir allí, sólo tomar unas
copas en sus típicos y románticos bares y restaurantes, creando incluso ruidos
con sus borracheras a los sufridos vecinos.
Si añadimos a estos
inconvenientes que, como estos edificios y zonas ocupan los centros de las
ciudades, alrededor de los cuales se ha desarrollado la nueva extensión que es
en algunos casos 10-50 veces más grande que era la ciudad cuando se construyó,
con calles estrechas para peatones y trafico de carruajes, sin la posibilidad
de construir hoy garajes debajo de los edificios existentes, y que hoy tendrían
que aguantar ese gran aumento de tráfico rodado y peatonal, que al no poder
realizarse imposibilita el acceso con vehículos privados, de los que no quiere
prescindir el hombre contemporáneo, caemos en contradicción con nuestra defensa
y pronto nos daremos cuenta que estamos ante el caso de que en nuestra decisión
no podemos comernos y a la vez quedarnos con la tarta, sino que tendremos que
elegir una u otra solución.
En esta encrucijada
podrían ayudarnos los ejemplos realizados por nuestros antepasados en casos
similares. Haciendo esto descubrimos que ellos en estos casos no eran tan
sentimentales como nosotros, porque sólo en Troya hemos encontrado siete
ciudades construidas en el mismo lugar, encima de las ruinas de las anteriores.
Empero, y sin ir
atrás tan lejos, los edificios heredados de la época de la Edad Media (excepto las
iglesias, catedrales y edificios socio-culturales) de viviendas que eran
incómodas, mal iluminadas y falta de instalaciones sanitarias apropiadas,
apiñadas alrededor de calles estrechas y mal ventiladas, en la época del
Renacimiento, cuando el hombre empieza a valorar sus necesidades físicas y
busca alojamientos más cómodos, mejor iluminados y ventilados, a pesar de la
belleza arquitectónica que estos edificios y barrios podían tener, pero no
servían para el nuevo modo de vida de ellos, sin ninguna preocupación los han
demolido y sustituidos por nuevas construcciones que con los ejemplos aún
preservados sabemos que no eran menos bellos que aquellos. Otro ejemplo de este
tratamiento quirúrgico, son los bulevares de Hausman, en Paris, que creó en su
tiempo tanta polémica y ruido como hoy en semejantes casos, que, sin embargo,
hoy, estos bulevares, que han
borrado de la superficie los barrios chinos de herencia histórica pero
degradados, sustituyéndolos por edificios sanos, bien iluminados y ventilados y
calles anchas, que resolvían el problema del tráfico y nos vienen hoy bien, hoy
están considerados como edificios históricos y disfrutan de mucho respeto.
Podría citar muchos más ejemplos de este tipo de remodelaciones en el pasado
dentro de zonas históricas, como la
Plaza de San Marcos en Venecia, que empezó a formarse con la
catedral, construida en el siglo IX, de estilo bizantino, continuando con el
Palacio del Duque, en estilo gótico, con la Biblioteca , de estilo
renacentista, los edificios administrativos, de estilos renacentistas y
neoclásicos, dejando algunos edificios vernáculos en la plaza, acabando con el
Campanario nuevo, de estilo moderno, que quedó terminado en el año 1909,
reflejando cada edificio fielmente su época, sin imitar los estilos de
edificaciones anteriores construidas en la plaza, derribando sin escrúpulos
todos los edificios existentes, cuyas ubicaciones estaban molestando la
formación de esta nueva construcción exigida por las nuevas necesidades del
nuevo tipo de vida a lo largo de su realización.
Además, casi todas
las plazas y avenidas en nuestras ciudades históricas estaban construidas por
medio de remodelaciones que involucraban demoliciones de edificios existentes,
de cuya falta no sentimos, porque los que los han sustituido, los que hoy conocemos,
son para nosotros tan históricos como hubieran sido los desaparecidos.
En este dilema, y
aprendiendo de la historia, pienso que no podemos ni debemos mirar hacia atrás
y parar la marcha hacia adelante, sino resolver nuestros problemas tan bien
como lo han hecho nuestros antepasados y estoy seguro de que si hoy hubiéramos
encargado el proyecto de remodelación y renovación total del barrio de Lava
pies, en Madrid, a un arquitecto de gran prestigio como era o son Le Corbusier,
Alvar Aalto, Louis Kahn, Kenzo Tange o Rafael Moneo, por mencionar algunos,
además de resolver el problema de la circulación rodada, aparcamientos y
cambiar los edificios insanos y casi inhumanos en su distribución interior y
degradados en su estado físico, con edificios sanos, funcionales, capaces de
satisfacer las necesidades psíquicas y físicas de sus usuarios, el ambiente y
valor arquitectónico sería mucho más alto de lo existente, y pasaría, como en
los otros ejemplos citados, de ser, con el paso del tiempo, valiosa herencia
histórica.
Ahora bien, en
pequeñas ciudades, que no se han expansionado mucho y donde por la relativa
baja densidad y bajo coeficiente de edificabilidad hay espacios para aparcamientos
y circulación rodada, no sería problema preservar y rehabilitar, quizás para
nuevos usos, los edificios existentes con valores históricos y arquitectónicos.
Madrid, 02 de Junio de 1013
Francisco Z. Lantos
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