Acostumbrado a
practicar nuestra profesión, sirviendo, sin crítica, las necesidades de nuestro
cliente y de nuestra sociedad sin tomarse en cuenta los grandes cambios que la
desenfrenada expansión demográfica que hoy, con 6.000 millones de habitantes es
30 veces más que nuestro planeta tenía en la Edad Media , y que este
cambio, nunca experimentado en esta escala en nuestra historia, juntamente con
el antinatural crecimiento del aumento del consumo de energía del hombre
contemporáneo y de la tendencia migratoria de la población rural hacia las
grandes ciudades, tenía una gran repercusión negativa en el desarrollo de nuestros
asentamientos humanos, hemos llegado hoy, casi sin darnos cuenta de ello, a una
situación desastrosa, donde muchas de nuestras pequeñas ciudades orgánicas y
poblados rurales han quedado desiertos, para concentrarse de manera arbitraria
el 50% de la población del mundo en caóticas y deshumanizadas conurbaciones y
Megaciudades, en las que reinan el ruido, contaminación, fealdad, inseguridad
ciudadana, violencia y todo tipo de crímenes.
Entre estas
Megaciudades, encontramos hoy ya 15 con 5-10 millones y otras 15 entre 10-20
millones de habitantes, las que se formaron fundiendo con la ciudad central
30-50 pequeñas ciudades y poblados existentes en una extensión de 50-80 Km . de diámetro, perdiendo
cada uno de ellos sus identidades, para formar al azar un indefinido laberinto,
en las que la vida es ya casi insoportable.
Sin embargo, como
estos efectos negativos, son más de tipo general que particular y no tiene una
repercusión directa e inmediato sobre las personas, nadie está dispuesto a
tomarlas en consideración en sus decisiones y actividades, dejando con ello
abierto el continuo proceso de destrucción en todos los campos de nuestras
actividades y sobre todo para el desarrollo de nuestros futuros asentamientos
humanos.
Continuando esta
política despreocupada hacia estos cambios y siguiendo aceptando y sirviendo
pasivamente y sin crítica las insatisfacibles demandas de nuestras sociedades
excesivamente materialistas, la población del mundo, según las estimaciones
estadísticas de las Naciones Unidas para el año 2050 puede alcanzar la cifra de
10.000 millones o sea 50 veces mayor que nuestro planeta tenía en la Edad Media , el consumo
de energía del hombre puede aumentarse en una media de 6 veces mayor que la que
tenía en la época de la
Edad Media , lo que significaría 50 (aumento cuantitativo de
la población del mundo) x 3-4 (aumento del consumo de energía) = 200-250 veces
más consumo de energía sobre el mismo tamaño pero con menos recursos naturales
de nuestro planeta, que conjuntamente con la tendencia migratoria de la
población del mundo, desde las zonas rurales hacia nuestras monstruosos y
deshumanizadas Megaciudades, provocaría que continuaran creciendo éstas,
causándonos otra y mayor desagradable sorpresa, encontrándose para el año 2020,
solamente en un espacio de 20 años, quince de estas Megaciudades con 10-16
millones y otras quince entre 16-28 millones de habitantes.
Los efectos negativos
y destructivos de este acontecimiento en todos los campos de nuestra vida es
hoy incalculable y quienes viven en este tipo de Megaciudades y experimentan
diariamente los múltiples males que dentro de ellas tienen que aguantar, saben
muy bien que al continuar con estas tendencias del desarrollo de nuestros
futuros asentamientos humanos, éstos se convertirán en auténticos infiernos,
serán nidos de todo tipo de enfermedades psíquicas y físicas, acabándose con la
degeneración de nuestra especie humana y con la destrucción de la armoniosa y
equilibrada evolución y desarrollo de las vidas que componen la Naturaleza en nuestro
planeta y de cuyo perfecto funcionamiento depende el bienestar de cada uno.
Sin embargo, para
evitar esta catástrofe, como el estudio e investigación de este complejo
problema tiene que ser muy profundo y como nadie puede sacar provecho económico
personal de la misma, en este ambiente hostil y despreocupado por parte de
nuestras sociedades hacia este programa, prácticamente no hay nadie quién pueda
soportar los gastos de estos estudios y pueda trabajar sobre este tema que es
el más importante de hoy en día y el que más afecta a la suerte de nuestro
futuro.
Este hecho, al tener
yo el privilegio y la mala suerte de encontrarme entre los primeros y
anticipándome a mi época, de presentir los graves problemas y males que nuestra
equivocada "filosofía del mundo y de la vida" va a causarnos, un
sentimiento y preocupación de la que no he podido apartarme y que marcó mi
futuro quehacer profesional, tenía que realizar con gran sacrificio y lucha
para vencer las trabas, enemistades y el total desaire de nuestra sociedad
hacia mis actividades, teorías y proposiciones filosóficas, arquitectónicas y
urbanísticas relacionadas con el desarrollo de nuestros futuros asentamientos
humanos, cuyos resultados tenía que publicar yo, sin ninguna ayuda económica
por parte del gobierno u otras entidades que se dedican a las ayudas a
investigadores.
En estas
circunstancias y gracias a mis inquietudes y entusiasmo hacia mi profesión y el
gran sentido de responsabilidad, casi religiosa, hacia la humanidad y al mundo
entero y dispuesto a sacrificar los ingresos de mi estudio de arquitectura,
logré desarrollar y publicar la gran parte de mis ideas, pero tengo aún muchos
que se han madurado en estos largos años de búsqueda y siento la necesidad de
desarrollarlas y comunicarlas con personas inquietas y preocupadas por nuestro
futuro.
Es posible que quién lea esta
comunicación, al no tener en sus quehaceres el dedicarse tanto tiempo como yo
al tema, no verá tan mal nuestro futuro, no obstante, y aunque pueda discrepar
sobre esto conmigo, pienso que tendría que reconocer que en nuestra época de contradicciones,
un estudio de este tipo, que busca la causa y las soluciones de nuestros
innumerables y entrelazados males y contradicciones es, no sólo útil, sino
necesario y quién está dispuesto a dedicarse a ello merece toda la ayuda moral
y económica que la realización de su trabajo exija.
Al no hacer esto y pegado, como un
drogadicto, a nuestra vida vacía y egoísta, ignorando nuestros entrelazados
males y contradicciones que hacen peligrar nuestra subsistencia, llegando al
extremo con nuestro erróneo comportamiento y actividades, la Naturaleza se ocupará
de eliminarlas, pero esto sólo a través de grandes e inimaginables
destrucciones a nivel planetario podría realizarse.
Madrid 04 de Junio de 2013
Francisco Z. Lanto
Doctor Arquitecto
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