Hay dos tipos de economías.
Una de tipo universal que produce la Naturaleza en su proceso de desarrollo, que incluye a todas los seres vivientes,entre ellos la especie humana.
Otra, la creada por el hombre, con su conducta y actividades en su intento de aislarse de ese desarrollo universal y tomando a la Naturaleza como algo para su aprovechamiento. Simple materia prima.
En la economía universal, en la que la especie humana no interviene por obstáculos geográficos o climáticos, como las grandes selvas, océanos, etc., o en la que participa y comparte equilibrada y conjuntamente con las otras especies, todos los seres forman parte integrante de la evolución y el desarrollo de vidas en perfecta armonía y la más estricta economía.
En el caso de un bosque, con motivo de una gran sequía que ocasione un déficit de vegetales que sirvan de alimento a los herbívoros,por ejemplo, hará que disminuya la población de éstos al emigrar a otras zonas más fértiles o que reduzcan su capacidad de procreación.
Lo mismo ocurrirá con los animales carnívoros, que traen al mundo menos crías; si hay menos mosquitos, los pájaros ponen menos huevos; ...
Todos presienten instintivamente estos cambios y adaptan sus vidas a cada situación regida por las Leyes de la Naturaleza, de manera natural y sin que la especie, en su conjunto, sufra consecuencias negativas y sin crear problemas económicos.
Hemos visto a lo largo de la historia que la capacidad de todos los animales para adaptar su conducta a las Leyes de la Naturaleza con tanta perfección, para la especie humana no estaba garantizada.
Podemos recordar algunas situaciones que se han dado en la historia de la humanidad:
En la época prehistórica se dio la conocida como la cultura primitiva y, en ella, la humanidad se sentía parte integrante del Mundo.
La conducta y actividades de los hombres estaban guiadas aún por sus instintos y, como las otras especies animadas, también lograban adaptarse a las leyes de la Naturaleza.
No tenían la necesidad de tener diferente idea para realizar sus vidas.
Más tarde, observamos el caso de la época arcaica de la cultura de la antigua Grecia y el de la Edad Media de nuestra Cultura Cristiana.
En ambas culturas tenían una “filosofía extremadamente espiritual del mundo y de la vida” e intentaban vivir de acuerdo con esta filosofía, exagerando las necesidades de su vida Espiritual a costa de las necesidades de su vida física.
Con esta nueva jerarquía de valores, el hombre, con su conducta y actividades, perturba la justa evolución y desarrollo de nuestro Mundo y, al no sentir la unión fraternal con todos los seres animados que lo componen, lo trata como algo ajeno a sí mismo, para utilizarlo en su beneficio.
Crea, sin darse cuenta, su particular economía.
Como se demostró, esta conducta y actividades, es decir, esta filosofía, no lograba satisfacer las justas e intrínsecas necesidades de la especie humana, además de perturbar el justo y perfecto desarrollo y evolución del Mundo, del que depende nuestro bienestar y el de los otros seres animados que lo componen.
Aprendiendo de las contradicciones entre la realidad y la errónea conducta de las citadas culturas y cambiando nuestro enfoque, poco a poco y de manera evolutiva, se logrará establecer la justa “filosofía del mundo y de la vida” que nos permita recuperar el justo equilibrio entre la parte Espiritual e Instintiva de la especial naturaleza humana.
Hemos visto lo que hacen los otros seres animados, con su conducta y actividades, y con los que el hombre se sentiría unido y guiado por los mismos principios si consigue adaptar su “filosofía del mundo y de la vida” a las Leyes de la Naturaleza.
La economía universal que dirige la evolución y desarrollo de todo lo existente es capaz de satisfacer las justas e intrínsecas necesidades no sólo de la especie humana, sino de todas las especies que componen nuestro Mundo.
No existirá ni tendremos necesidad de una economía "humana", particular y diferente de la economía universal.
Y con ello, encontraremos el buen camino hacia la Felicidad.
Seguirá ...
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