SEXO

Cuando el acto sexual está considerado como pecado, como sucedía en la Edad Media, o desligado de su función primordial de la procreación y tratado sólo para el placer sexual, como sucede en nuestra civilización materialista, es signo de la errónea "filosofía del mundo y de la vida" del hombre y del estado decadente de su naturaleza humana.

   Cuando existe un amor sincero y completo entre hombre y mujer no hay "prohibiciones" en el acto sexual, todo está permitido y todo se torna en belleza.

   Cuando un hombre queda satisfecho con su amante después de la copulación, es señal de que quiere y de que existe una relación espiritual entre ambos.

   En el acto sexual, el período preparativo y el posterior a la copulación tiene más importancia que el coito en sí mismo ya que la unión en el primer periodo es más tensa y el sentimiento más transcendental, y en segundo más relajado y espiritual.

   Los caracteres femenino y masculino existen latentamente en el hombre y en la mujer,los cuales les excitan a buscarse el uno al otro en la unión psicosomática entre ambos. Cuando estos caracteres emergen con más fuerza de la debida, se pierde el interés hacia uno y otro, y esta anormalidad causa un sentimiento de frustración.

   El femenino y el masculino son dos caracteres diferentes que se atraen el uno al otro, y que en la unión adecuada se complementan y posibilitan la realización de los individuos.

   Es una ley biológica que el sexo se manifieste diferentemente en la hembra que en el macho, creando diferentes  caracteres y adjudicandoles diferentes funciones, asegurando así la procreación, la educación, la  crianza y la convivencia, tanto de los propios individuos como para con su especie.

   La unión sexual entre un hombre y una mujer, entre quienes existe una compenetración y similitud espiritual y que están enamorados, proporciona a ambos el máximo goce que no deja detrás ninguna sensación incompleta, puesto que satisfacen tanto sus deseos instintivos como espirituales, de los que estamos compuestos.

      Enseñar la verdadera misión de nuestro sentimiento sexual y su justo uso, es la tarea más difícil e importante de cada sociedad, y especialmente de la nuestra, donde esto ha tomado una forma tan antinatural y fea, que peligra nuestra propia subsistencia.