EL SER UNICO E IRREPETIBLE

El hombre es el mayor enigma de la Creación. Comparando por un lado su existencia somática con el Universo entero, ésta parece ser insignificante, una célula dentro de las innumerables especies que componen la biosfera de nuestro planeta, que a su vez es una mota de polvo, comparándola en tamaño con los otros astros y constelaciones. Sin embargo, esta limitación física que puede ser válida para otros seres animados, no existe para su parte psíquica, espiritual o mental, como quiera que se llame, la que posee una Conciencia aparentemente ilimitada en la existencia espacial y temporal de la Existencia. Esta facultad del hombre, con la que es capaz de imaginar, inventar y crear cualquier cosa real o abstracta, artificios u obras artísticas que reflejan los mismos principios que rigen y dirigen el funcionamiento armonioso del Universo, demuestra que su parte espiritual, con sus facultades de Conciencia, Inteligencia y Fuerza Creativa, tiene una semejanza con aquel Espíritu Universal y Conciencia Absoluta al que consideramos como Causa de nuestro Universo, su forma manifestada. El hombre, considerando en el conjunto de su naturaleza psicosomática, parece ser el verdadero microcosmos, el único ser que con su naturaleza especial representa ambas formas de la Existencia Universal. Con su espíritu él es idéntico con el Espíritu Supremo en su estado prístino, cuando es Amor Puro y existe en su forma inmanifestada, y con su cuerpo él toma parte en la forma manifestada del Espíritu Supremo y se identifica con ella en su proceso de Autorealización. Este hecho justifica las teorías religiosas de que el hombre, potencialmente, es un ser divino, y quien logra reunir todas condiciones favorables para que ambas partes de su naturaleza obtengan su máximo desarrollo y el perfecto estado de su ser, este hombre, como ha ocurrido con Jesucristo, Krisna, Lao Tse, y algunos místicos, poetas o artistas, realmente se convierten en la representación de Dios.