Ciudades del futuro, experimentos y utopías

Las ciudades, cuando éstas realmente sirven las justas necesidades del hombre, son definidas tanto en sus formas y estructuras como en sus tamaños y reflejan los mismos principios que cualquier organismo vivo, sean estos seres individuales o “grandes conjuntos”, hasta el Universo mismo.
 Este principio, cuando está alterado en la Naturaleza, causa la enfermedad y, cuando sobrepasa el límite permitido, sobreviene la muerte que, al mismo tiempo, pone fin al error y restablece el orden perturbado.
 Nuestras indefinidas y caóticas ciudades están llegando a este límite permitido para poder resistir la enfermedad y ya falta poco para que se convierten en verdaderos infiernos, en los que la vida dentro de ellas será insoportable.
En esta encrucijada, el cambio es inevitable y tenemos que elegir entre el cambio revolutivo que sería la muerte, o el cambio evolutivo que podría significar la vida si reconociéramos que el valor de nuestras actividades depende del perfecto estado de nuestro ser, lo que corresponde al justo equilibrio entre nuestras naturalezas espiritual e instintiva.

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