LA GLOBALIZACIÓN Y EL CAMBIO
CLIMATICO
Respetando sin crítica la exageradamente
“materialista filosofía del mundo y de la vida” del hombre contemporáneo de
nuestras sociedades de consumo, que desde la Revolución Industrial del siglo
XVIII está extendiéndose por todas partes de nuestro planeta y que en los
países desarrollados ha alcanzado ya unos niveles muy altos, destruyendo los
valores y necesidades espirituales de los hombres, cambiando estos por demandas
materialistas, cuya satisfacción exige
el constante crecimiento de todo tipo de industrias que para poder ser
competitivas en el mercado obliga a los productores de mercancías a producir
éstas más económicamente, causando todo tipo de contaminaciones a la
Naturaleza, cuyos daños en principio ésta los podía absorber y en la euforia de
mejorar en el campo material la vida de los hombres, en estas sociedades, ese
mejoramiento económico se desarrolló sin límites, llegando hoy en los países
desarrollados a unos niveles en los que los efectos negativos y destructivos
para el Medio Ambiente extendido a todo el planeta es ya evidente, estando
obligado las Naciones Unidas en sus conferencias mundiales celebradas en los
últimos 30 años a tratar este acontecimiento muy perjudicial y buscar la
solución necesitada para resolverla.
Sin
embargo, estas conferencias en lugar de tratar los problemas en sus raíces y
buscar la causa real de nuestros innumerables y entrelazados males, sus
programas se limitan a estudiar uno por uno y separadamente los manifestados
males de esta causa subyacente, siendo esto la causa de sus fracasos de obtener
sus objetivos, empeorando nuestros males cada vez más y más.
Como lo más grave de los manifestados males
es la contaminación de la Naturaleza y el cambio climático que está causado no
sólo por las industrias sino de las grandes ciudades con sus edificios
inteligentes, con calefacción central, aire acondicionado, transportes, etc.,
los más frecuentes temas de las conferencias de las Naciones Unidas son el
cambio climático y el desarrollo sostenible, ambos, como si no hubieran
existido estas conferencias, están empeorando progresivamente.
Sin embargo, reconociendo ya casi
universalmente que la causa de nuestros innumerables y entrelazados males y
contradicciones es la exageradamente materialista “filosofía del mundo y de la
vida” y el erróneo modo de vida de los hombres de nuestras sociedades de
consumo, las empresas y fabricantes,
para mantenerse en sus negocios, están obligadas a respetar las demandas
materialistas de estos hombres espiritualmente vacíos, quienes buscan sus
felicidades en las posesiones de todo tipo de bienes, productos y mercancías que
hace falta producir y vender. La consecuencia de esta política y conducta de
los hombres de nuestras sociedades es la necesidad de la conquista del mercado,
que se logra produciendo la mercancía lo más barata posible, que no permite
inversiones para fabricaciones limpias, exponiendo la Naturaleza a todo tipo de
contaminaciones, haciendo peligrar el mantenimiento de la biodiversidad, la
capa de ozono y el clima ideal producido por la Naturaleza en nuestro planeta.
Encontrándonos
en esta situación, las Naciones Unidas estaban obligadas a regular el derecho
de cada país a las emisiones de gases nocivos adjudicando en el Protocolo de
Kioto una cuota a cada país, encontrándose algunos como los Estados Unidos de
América, Canadá, Japón y los países de la Unión Europea que ya tendrían que
disminuir sus emisiones, lo que por las exigencias de sus habitantes es
imposible cumplir estando obligados a buscar soluciones comprando los derechos
de los países en vías de desarrollo y basándose en el hecho de que la
materialista “filosofía del mundo y de la vida” está extendiéndose por todas
las partes de nuestro planeta y éste a nivel económico será como un país único,
los problemas tienen que tratarse globalmente.
Así es
como ha nacido la palabra y política de globalización, que si se realizará sólo
podría resolver nuestros problemas a corto tiempo y nos servirá sólo como un
autoengaño ya que si se lograra extender nuestro modo de vida a los países en
vías de desarrollo y a países subdesarrollados y convertirles en sociedades de
consumo, el consumo de energía a nivel mundial podría duplicarse en los
próximos 25-30 años, cuando ya ni China ni India, ni otros países de Asia, África
y Sudamérica no sólo no podrían vender parte de sus cupos, sino que alcanzarían
el mismo nivel de contaminación que en estos momentos tienen los países
desarrollados.
Tomando en consideración que la población de
los países en vías de desarrollo y subdesarrollados, donde el consumo de
energía es aún muy inferior que en los de los países desarrollados, es de 2/3
partes de la población del mundo a los que con la política de globalización los
países desarrollados, para tener compradores de sus mercancías, quieren
convertirles en sociedades de consumos, logrando realizar este objetivo, para
el año 2050, cuando la población del
mundo según las estimaciones de las Naciones Unidas puede alcanzar la cifra de
10.000 millones, o sea 50 veces más que nuestro planeta tenía en la época de
Jesucristo, y una media de consumo de energía por persona que puede llegar a
ser 3-4 veces más que los hombres antes de la Revolución Industrial han
consumido y que la podemos considerar como normal, esta sería 50 x (3-4)= 150-200 veces más consumo de energía que existía en la época de Jesucristo en
el mismo tamaño y capacidad energética de nuestro planeta.
Si no
queremos auto engañarnos más y registrar fracasos detrás de fracasos de los
objetivos de cada una de las conferencias y cumbres mundiales de las Naciones
Unidas celebradas bajo distintos tópicos casi cada año y observar
impotentemente el progresivo empeoramiento de nuestra situación, tenemos que
reconocer que la causa real de nuestros innumerables y entrelazados males es la
exageradamente materialista “filosofía del mundo y de la vida” de la especie
humana de nuestras sociedades que ha destruido el justo equilibrio entre la
parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, convirtiéndole en
un ser espiritualmente vacío, buscando su felicidad en posesiones materiales
que nuestro planeta sin ser su perfecto y armonioso desarrollo destruido, no
está capacitado para satisfacerlo.
Para
evitar esta catástrofe planetaria tenemos que reconocer que las exigencias
materialistas del hombre contemporáneo en el estado degenerado de su naturaleza
psico-somática no es servible y en lugar de propagar nuestra política basada
únicamente en intereses económicos que representan la globalización, tenemos
que buscar cómo restablecer el perfecto estado de la naturaleza especial
humana, lo que exigirá un estudio global y universal no sólo de nuestros
innumerables problemas, sino la vida misma y el mundo dentro del que se
desarrollan todas las vidas que componen nuestro planeta.
Este conocimiento nos demostraría que nuestro
mundo (flora y fauna de nuestro planeta) se desarrolló en un estricto orden y
armonía, que es una necesidad para que sus “componentes”, las distintas
especies animadas, puedan desarrollar sus vidas en plenitud y obtener su
bienestar y que es logrado por estar impreso en sus instintos la voluntad de su
Supuesto Creador que les guía en sus conductas, pero lo que en el caso de la
especie humana al poseer ésta además de instinto también espíritu con facultad
de raciocinio con el que puede juzgar y reflexionar sobre los acontecimientos a
su alrededor y liberarse así de la influencia de la voluntad del Supuesto
Creador de nuestro Mundo Manifestado también impreso en su instinto, él, el único ser vivo, tiene la posibilidad
de ser guiado en su conducta y actividades, no por esta guía perfecta y única
que a través de las Leyes de la Naturaleza dirige el desarrollo de nuestro
mundo (flora y fauna de nuestro planeta), sino por su idea particular que si no
acierta la verdad impresa en su instinto él está condenado a equivocarse y
convertirse en la causa real de todos los disturbios en el desarrollo de
nuestro planeta.
De la historia de la conducta y actividades
de la especie humana hemos aprendido de que este caso siempre se presenta
cuando el hombre no logrea establecer el justo equilibrio entre la parte
espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, que en nuestra
cultura cristiana ha ocurrido en la Edad Media por su exagerada espiritual
“filosofía del mundo y de la vida”, y como es el caso desde la Revolución
Industrial en nuestro tiempo por su exagerada materialista “filosofía del mundo
y de la vida”. De esta experiencia
también hemos aprendido que mientras persistía la “falsa filosofía del mundo y de
la vida” y el hombre se encontraba en un estado desequilibrado de su naturaleza
psico-somática, ningún intento podría eliminar los males y mejorar la
situación, sin embargo, cuando a través de las contradicciones entre sus ideas
y realidad eran palpables, que ha ocurrido a principios del Renacimiento, y los
hombres han cambiado su modo de vida y han logrado establecer el justo
equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial
humana que tenían durante 250-300 años en la época del Renacimiento todos los
males han desaparecido sin ninguna intención especial, más bien de manera
natural y espontánea.
Encontrándonos
ahora en una situación similar a la de la Edad Media sólo que en el otro
extremo de nuestras posibilidades de ver el mundo y de equivocarnos,
obedeciendo a nuestra naturaleza especial y diferente de todas las otras vidas
que componen nuestro planeta, cuyas conductas son preestablecidas y siempre
perfectas acordes con las Leyes de la Naturaleza, que en nuestro caso ni es preestablecido
ni es gratuito, sino sólo puede ocurrir si logramos satisfacer las justas
necesidades de nuestra naturaleza especial humana, compuesta de espíritu e
instinto, obtendremos, no sólo mecánicamente, como los seres animados que sólo
tienen instinto, la capacidad de sentir conscientemente la verdad y la unión de
nuestra vida con otras vidas que componen nuestro planeta y adaptarse con
nuestra conducta y comportamiento a las Leyes de la Naturaleza que refleja esta
Verdad, eliminando con ello, de manera natural y espontánea, todos nuestros
males, entre los que la contaminación del aire, tierra y agua y el cambio
climático son los más graves y perjudiciales.
Sólo
podríamos obtener este propósito con una revolución espiritual, un renacimiento
individual de cada persona, en cuyo proceso, el restablecimiento de las grandes
religiones que hoy han quedado sin influencia en nuestra vida, tendrán un papel
muy importante.
Madrid, 10 de Marzo de 2015
Francisco Z. Lantos
Doctor Arquitecto
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