La
incapacidad del hombre contemporáneo, debido a perdida del perfecto estado de
su naturaleza psicosomática, de conocer la causa real de nuestros innumerables
e interrelacionados males, ni su verdadera gravedad, tanto para nuestra vida
como para todas las vidas de nuestro planeta. Y no existe ni interés ni ayuda
económica y moral para este tipo de investigación que busca la causa real de
nuestros males y de posible solución para eliminarlas: Desde finales del siglo XVIII, con el
surgimiento de la revolución industrial, nuestra civilización entra en su época
de contradicciones, que con el paso del tiempo aumentan y se manifiestan cada
vez con más claridad, extendiéndose a todos los campos de nuestras actividades.
Es muy conocido por todos que, a pesar de nuestros avances técnicos, la
situación económica en el mundo entero es mucho peor que antes.
Basándonos en el hecho de que el hombre
contemporáneo en cualquier campo de sus actividades, se mueve con la
intención de hacer bien su trabajo, y de
que éste, a pesar de todo sale mal, nos demuestra que la causa de todos estos
males es el hombre mismo, y sus errores y equivocaciones, en cierto modo están
relacionados con su propia y especial naturaleza humana. Esta suposición parece
estar justificada además con las actividades y comportamiento del hombre a lo
largo de su historia, ya que vemos que en algunas épocas de cualquier cultura,
se repitió este tipo de periodo contradictorio, mientras dentro de las mismas culturas
existían épocas en que las ideas y las leyes de la sociedad estaban en armonía
con la Idea Subyacente
sobre el Universo y con sus Leyes a las que nosotros llamamos Leyes de la Naturaleza. Tomando
como ejemplo nuestra cultura judeo griega- romano cristiana, se observa que épocas
de contradicción en estas culturas fueron como la época de Jesucristo en la
cultura Judía, la época Helenística de la antigua cultura griega, Roma en la
época de los últimos Césares y nuestra época desde la revolución industrial
hasta hoy.
Las
épocas de armonía y equilibrio fueron aquellas de los profetas en la cultura
Judea, la época clásica de la antigua cultura griega, y el Renacimiento de
nuestra cultura Cristiana. En todas estas culturas lo esencia de observar es
que para cada caso, siempre ha coincidido el mismo tipo de “filosofía del mundo
y de la vida” de la sociedad y el mismo tipo de estado psicosomático del
hombre. Así, en las épocas de contradicción la “filosofía del mundo y de la
vida” del hombre es materialista, y por el desinterés y despreocupación por su
parte espiritual del estado psicosomático es desequilibrado; mientras en las
épocas de equilibrio la “filosofía del mundo y de la vida” del hombre es justa,
su interés y cultivo del espíritu y cuerpo son idénticos, llevando así estas
facultades en justo equilibrio y logrando establecer el perfecto estado
psicosomático de su naturaleza humana. Estos hechos repetidos en todas las
culturas desde que conocemos la historia del comportamiento y actividades del
hombre, nos demuestra inequívocadamente no sólo que el valor de nuestras
actividades depende del estado psicosomático de nuestra especial naturaleza
humana, y que nunca estuvo la humanidad tan lejos como hoy de este estado ideal
y por eso ser el causante de todos los males presentados en nuestro planeta,
sino también nos enseña nuestra estrecha relación con las fuerzas cósmicas y
con el desarrollo y la evolución de la Existencia Manifestada con nuestro Universo tangible, con el que
formamos una unidad inseparable. Sólo cuando esta unidad es sentida hasta
perderse en ella, es cuando es posible adaptarnos a sus Leyes con
espontaneidad, como lo hacen los otros seres animados debajo de nuestro nivel.
Madrid 12 de Octubre de 2013
Francisco Z. Lantos
Doctor Arquitecto
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