El desinterés del hombre contemporáneo hacia
valores morales, espirituales y culturales, cambiando estos por intereses materialistas, actividades
vulgares, drogas, sexo, y violencia: Desde finales del siglo XVIII, con el surgimiento de la revolución
industrial, nuestra civilización entra en su época de contradicciones, que con
el paso de tiempo aumentan y se manifiestan cada vez con más claridad, extendiéndose
todos los campos dé nuestras civilizaciones. Es muy conocidos por todos que, a
pesar de nuestros avances técnicos, la situación económica en el mundo es mucho
peor que antes.Podríamos extendiendo los ejemplos de las contradicciones entre
nuestras ideas y la realidad, pero no es necesario, porque cuando ocurre esto
afecta desde lo más insignificante de nuestras actividades y comportamientos
hasta lo más complejo, y por eso quizá no resulta tan fácil su reconocimiento.
Lo importante aquí no es apuntar todas estas contradicciones, sino encontrar la
causa real de éstas, porque de ello depende la posibilidad la curación de
nuestros males, ya que para eliminar cualquier enfermedad, el primer requisito
es tener un justo diagnostico.
Haciendo esto y basándonos en el
hecho de que el hombre contemporáneo, en cualquier campo de sus actividades, se
mueve con la intención de hacer bien su trabajo, y de que este, a pesar de
todo, sale mal, nos demuestra que la causa de estos males es el hombre mismo, y
sus errores y equivocaciones, en cierto modo están relacionados con su propia y
especial naturaleza humana.
Este descubrimiento, que nos
presenta la solución del problema muy sencilla, desgraciadamente no es así,
porque no hay tarea más difícil para el hombre que llevar sus dos naturalezas,
la espiritual e instintiva, en justo equilibrio, y más cuando como hoy éste se
encuentra en su extremo estado de desequilibrio como consecuencia de negar
durante mucho tiempo la existencia de su espíritu y perder por esa actitud suya
su sensibilidad artística, su capacidad creativa, sus visiones
transcendentales, y encontrarse incapacitado para tener pensamientos
universales. Sólo quien ha descubierto y
sienten la Verdad
están protegidos de no equivocarse, y sólo estas personas tienen derecho de dar
consejo y comunicar sus mensajes a sus congeniares, sin importar que estos
tengan o no título universitarios, porque para resolver este problema no son
conocimientos fragmentarios lo que necesitamos, justamente que nos ha causado
esta negativa situación, sino conocimientos captados e intuidos a través del
perfecto estado psicosomático de nuestra naturaleza, única puente hacia la Verdad Absoluta y fuente para
captar sus ondas y poder vibrar con ellas.
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