¿COMO SERÁN NUESTROS FUTUROS
ASENTAMIENTOS HUMANOS SI CONTINUAMOS CONSTRUYÉNDOLOS SEGÚN NUESTROS CRITERIOS FILOSÓFICOS
Y TEORÍAS URBANÍSTICAS Y COMO TIENEN QUE SER ESTOS PARA SATISFACER LAS JUSTAS E
INTRÍNSECAS NECESIDADES DE NUESTRA NATURALEZA PSICO-SOMÁTICA?
Ante
los innumerables y entrelazados males creados hoy por el hombre contemporáneo a
los que por su magnitud tenemos que considerar ya como una enfermedad
planetaria, cuando juzgamos y valoramos los resultados de sus actividades, la
construcción de sus asentamientos humanos, esto no podemos tratarlo sólo desde
su particular punto de vista y aisladamente de la evolución y desarrollo de las
vidas en nuestro planeta, dentro del que los comportamientos y actividades de
cada especie para el bien del "Conjunto" tienen que adaptarse en
armonía.
Observando
la Naturaleza ,
descubrimos que excepto en el caso del hombre, ningún ser viviente tiene la
dificultad de cumplir este requisito, y como "ellos" actúan
instintivamente tenemos que deducir que la Idea Subyacente
del Supuesto Creador de esta Obra Universal que es nuestro Mundo Manifestado,
está impreso en el instinto de cada uno, lo que les obliga a comportarse según
sus principios, asegurando así que sus intereses particulares no caigan en contradicción
con el interés común de la "Obra" del Supuesto Creador Supremo.
Si
el mundo hubiera estado compuesto sólo de seres vivos, sólo de naturaleza
instintiva, en la que la voluntad de su Creador estará impresa, este mundo, al
que podemos llamar la "obra de arte viva" hubiera desarrollado a la
perfección, asegurando para cada uno de sus componentes, distintos seres
animados, el pleno desarrollo y el bienestar de sus vidas. Sin embargo, como en
este caso este estado será preestablecido y sobrepuesto, este valor se
perdería, ya que nadie se dará cuenta conscientemente de esta perfección y
maravilla, que es esta "obra de arte viva" que refleja amor y belleza
en cada parte suya.
No
obstante, este privilegio que tiene el hombre, es en cierto modo también una desventaja, ya que debido a su naturaleza
especial, que además del instinto, en el que, como en los otros seres animados,
está impresa la Idea
Subyacente y la voluntad del Supuesto Creador Supremo, él
también posee espíritu, con facultades de raciocinio, don de creatividad, con
los que puede juzgar y valorar los acontecimientos a su alrededor y realizarlos
según su idea, que cuando el tema de su examen es el mundo entero, cuya
extensión en el tiempo y en el espacio es infinito para él, con su corta vida,
su conocimiento sobre la misma nunca puede ser más que una verdad subjetiva,
aunque ésta, en algunos casos favorables, pueda coincidir en esencia y lo que
afecta a su vida, con aquella y sólo cuando este privilegio le favorece.
Aprendemos de la historia del comportamiento y
actividades del hombre, que en su caso, este feliz estado sólo puede ocurrir
cuando logra establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e
instintiva de su naturaleza especial humana y cuando la verdad obtenida
conscientemente por su espíritu y sentido
por su instinto se coinciden y en lugar de adulterar uno al otro se
refuerzan y en este estado perfecto de su naturaleza, al coincidir su idea con la Idea Subyacente
del Supuesto Creador del mundo, su comportamiento y actividades están guiados
por aquella, la que recibe por
intuición y que le permite vibrar al unísono con las Leyes de la Naturaleza y adaptarse
en armonía con sus actividades a sus principios .Este feliz estado existía en
la época clásica de la antigua cultura de Grecia, entre los años 650-300 antes
de Jesucristo y en el Renacimiento de nuestra cultura cristiana entre los años
1450-1750.
Los asentamientos humanos durante este período en ambas culturas, en
esencia eran idénticos y han llegado a su perfección tanto en su aspecto
arquitectónico, social, económico, que exigían los intereses particulares de la
especie humana, como en su relación con su medio ambiente natural en el que
encajaban orgánicamente, sin dañarla, realzando incluso con su forma su belleza
natural.
En esta época, como el hombre no intentaba adueñarse del mundo en el
que vivía, sino que se sometió con su comportamiento y actividades a las Leyes
de la Naturaleza ,
no existía el problema de la superpoblación del mundo ni el antinatural consumo
de energía y consecuentemente los asentamientos humanos (Ciudades y poblados)
no sobrepasaban la cifra de 300.000 habitantes, que permitía que fueran éstas
definidas en su tamaño, ordenadas en su estructura, funcionales en su sistema y
distribución de uso y expresivas y bellas en sus formas. Como la población del
mundo y el consumo de energía, durante estas épocas, eran justas y normales y
no existía el problema de contaminaciones ni los otros males que actualmente
padecemos.
También aprendemos de la historia del comportamiento y actividades del
hombre que desgraciadamente y quizás por el optimismo puesto en el mejoramiento
en el bienestar económico obtenido con el avance de las ciencias prácticas, los
hombres de estas sociedades empiezan a valorar más las cosas físicas que las
espirituales y poco a poco, casi sin darse cuenta de ellos, se convierten en
unos seres materialistas, destruyendo con esto el justo equilibrio entre la
parte espiritual e instintiva de su naturaleza que tenían y que como hemos
visto es la condición indispensable para que el hombre pueda vibrar al unísono
con las Leyes de la
Naturaleza y adaptarse en armonía con su comportamiento y
actividades a sus principios.
Ahora, en este estado, al valorar y juzgar el hombre los
acontecimientos a su alrededor estrictamente
desde su punto de vista particular, su idea sobre el mundo y la vida es
imparcial y errónea, pero como esto él lo ha obtenido por su facultad de
raciocinio, le parece verdadero, y utilizando este don particular suyo, en su
intento de realizarla choca con la
Verdad impresa en su instinto y adulterando aquello, él está
condenado a cometer errores, de lo que no es consciente y que sólo lo descubre
cuando estos avanzan y se multiplican y caen en contradicción con la realidad.
Esto es lo que ha ocurrido en la época Helenística de la antigua
cultura de Grecia y en la época de los últimos césares de Roma y lo que está
ocurriendo en nuestra civilización desde el siglo XVIII con el comienzo de la Revolución Industrial
y de la materialista "filosofía del mundo y de la vida" de nuestras
sociedades el triste final de las dos anteriores civilizaciones, que al no ser
capaces de eliminar sus innumerable y entrelazados males, entre los que
figuraban la desintegración del perfecto e ideal tamaño, estructura y forma de
los asentamientos humanos y que tenía que desaparecer ante la nueva ideología
de Jesucristo, nos podría servir para ver que es lo que nos esperará si no
abandonamos nuestra errónea "filosofía del mundo y de la vida" y no
intentamos restablecer el justo equilibrio entre nuestra vida espiritual e
instintiva.
Ahora, si tenemos en cuenta que nuestros males hoy son infinitamente
más complejas y mayores que tenían estas civilizaciones, entre las que
apuntando sólo los tres que directamente afecta la suerte de nuestros futuros
asentamientos humanos y que son:
1/ El antinatural y desenfrenado aumento de la población mundial, que
hoy, con sus 7000 millones de habitantes es 35 veces mayor que nuestro planeta
tenía en la época de Jesucristo, pero, que según las estimaciones estadísticas,
esta cifra puede llegar en el año 2050 a 10000 millones, lo que significaría 50
veces más que lo que teníamos durante miles de años hasta la época de
Jesucristo.
2/ El antinatural incremento del consumo de energía del hombre
contemporáneo que hoy, en los países desarrollados es 10-15 veces mayor que en
el tercer mundo, tendencia que está extendiéndose también en los países en vías
de desarrollo, que para el año 2050 puede alcanzar una media mundial de 4-5
veces mayor que tenía el hombre en la época de Jesucristo y que realmente
necesita nuestra naturaleza psico-somática. Sumando estos dos factores, 50 x (4-5)
= 200-250 veces más consumo de energía sobre el mismo tamaño del planeta e
incluso con menos recursos naturales que
tenía ésta en la época de Jesucristo.
3/ Añadiendo a estos dos acontecimientos negativos y nunca
experimentados a este nivel, la fiebre de las migraciones de la población rural
hacia los grandes núcleos urbanos de cuya consecuencia, en el año 1990 el 50%
de la población del mundo ya vivía en grandes ciudades, entre las que se han
encontrado 30 Megaciudades entre 6-20 millones de habitantes, pero siguiendo estas
tendencias para el año 2035, está previsto que el 70% de la población del mundo
vivirá en grandes aglomeraciones urbanas, entre las que encontraremos 30
monstruosas Megaciudades e indefinidas y caóticas conurbaciones con 10-30
millones de habitantes, con una extensión de 30-80 Km . de diámetro, en las
que se fusionarán de manera arbitraria y caótica 30-60 ciudades y poblados
existentes, perdiendo cada uno de sus valores arquitectónicos y humanísticos.
Estos tres acontecimientos negativos nos llaman la atención que como
consecuencia de nuestro tipo de vida algo antinatural está ocurriendo y que
continuando este camino, los daños causados con ello muy pronto serían
superiores que la
Naturaleza pueda absorber y esto tendría que acabar en una
destrucción inimaginable y a nivel planetario.
Para evitar esta catástrofe mundial e irreparable,
como los más graves males se producen en los incontrolados crecimientos de
nuestras deshumanizadas Megaciudades, lo primero que tenemos que hacer es
reconocer que nuestros criterios urbanísticos que aceptan sin crítica las
insaciables demandas de nuestras sociedades materialistas y basan sus teorías y
prácticas urbanísticas exclusivamente sobre las exigencias económicas y
políticas es errónea e insostenible y como la naturaleza humana está de tal
manera concebida que para su pleno desarrollo y bienestar es necesario un
ambiente orgánico que sólo ciudades a escala humana, con tamaños definidos,
estructura ordenada, sistema funcional y forma expresiva y bella puede
proporcionar, tenemos que evitar a toda costa el incontrolado crecimiento y
formación de nuestras indefinidas y caóticas Megaciudades, que se logrará con
una política de descentralización urbanística y con un enfoque humanístico,
respetando solamente las justas necesidades de nuestra naturaleza
psico-somática.
¿ Empero, cómo poner en práctica esta nueva y deseada política y
criterio en una situación tan desesperante como la anteriormente descrita,
donde, al encontrarse el hombre en este estado degenerado de su naturaleza
psico-somática, él no es consciente de sus errores y no está dispuesto a
renunciar a sus demandas materialistas, y más aún ni está simpatizando con la
idea de cambiar su forma de vida ni apoyar teorías y proposiciones
arquitectónicas y urbanísticas de nuestros futuros asentamientos humanos
basados en estos criterios, cuyas realizaciones podrían ayudar a cambiar las
mentalidades de sus habitantes e introducir esta justa "filosofía del
mundo y de la vida" que necesitamos ?
Convencido de que este cambio es inevitable y si no logramos
realizarlo por medio evolutivo, llegando al extremo de nuestros errores, la Naturaleza misma,
resolverá por un cambio revolutivo que inevitablemente será destructivo, lo que
podemos y debemos hacer en este período de transición es elaborar los proyectos
ideales de prototipos de asentamientos humanos (ciudades y poblados) exigidos
por nuestra naturaleza psico-somática, ajeno de nuestros problemas y demandas,
para ver cual es la verdadera necesidad de la naturaleza de la especie humana,
para que ésta pueda realizar su vida en plenitud y en perfecta armonía con su
medio ambiente natural del que conjuntamente forma parte integrante con los
otros seres animados que la componen.
Teniendo estos prototipos de ciudades nos servirán como ejemplos
ideales a los que tenemos que alcanzar y los podremos comparar con nuestras
ciudades existentes y descubrir nuestros errores y si son reales y realizables
éstas.
Este trabajo yo lo he realizado en algunos proyectos para nuestros
futuros asentamientos humanos, entre los que la Ciudad Attunda , con
sus 800.000 - 1.000.000 de habitantes pretende demostrar el tamaño máximo, y la Ciudad Olimpia , con
500.000 habitantes, el tamaño ideal de nuestros futuros asentamientos humanos.
Con la Ciudad Industrial Mediterránea para 15.000 -
20.000 y la ciudad Donna Cristina de 10.000 habitantes quería dar soluciones
para relativamente pequeñas ciudades y poblados de tipos locales con unas
funciones particulares, cuyo objetivo era demostrar la unión directa e
inseparable de arquitectura y urbanismo y medio ambiente y la posibilidad de
tratarlas a pesar de su complejo contenido así, asegurando con ello el éxito
del producto final, de la ciudad, a nivel económico, ecológico, estético y
humanístico, que es una necesidad para el pleno desarrollo de sus habitantes.
Estos cuatro asentamientos humanos, a pesar de sus diferentes tamaños,
en esencia, como en los casos de diferentes seres animados, son idénticas y
funcionan como un organismo vivo, en los que cada parte del organismo, según
sus funciones obtiene su importancia y papel de cumplir, que para el bien del
"conjunto" realizará fielmente.
Este sistema orgánico en la composición arquitectónica y urbanística
de estas ciudades, concebidas como una obra de arte, consiste en que cada uno
de ellos tiene un centro administrativo, socio-cultural, que en pequeñas ciudades
y poblados representa el ayuntamiento y la casa de cultura y en las grandes
ciudades, además del ayuntamiento, la diputación, los juzgados, teatros,
museos, etc., que corresponde al cerebro de los seres animados; el centro
religioso con una iglesia en pequeñas ciudades, y la catedral con parroquia y
otras dependencias religiosas en grandes ciudades, que corresponde al corazón
de seres vivientes; los centros deportivos y parques de recreo corresponde a
los pulmones y los centros comerciales, zona industrial, etc., al estómago y
riñones de los seres animados. Entre estos centros se extiende la zona
residencial, que está conectada con estos centros con redes de calles rodadas y
peatonales que corresponden a las arterias de sangre y redes nerviosas que atraviesan
el cuerpo de los seres animados.
Esta similitud sólo es válida en esencia y aunque el tamaño, la forma
y estructura de una ciudad es muy diferente de los seres vivientes, estando
este sistema impreso en nuestra propia existencia, inconscientemente sentimos y
deseamos este ambiente y cuando logramos establecer el perfecto estado de
nuestra naturaleza psico-somática, nuestras construcciones y obras siempre
reflejan este sistema y nuestro comportamiento y actividades coinciden, de
manera natural y espontánea, con el ordenado y armonioso desarrollo de nuestro
Mundo Manifestado, reflejado y dirigido por las Leyes de la Naturaleza , creando con
ello un ambiente perfecto y agradable en el que cada ser viviente que componen
este mundo encuentra su bienestar y el hombre su felicidad.
Madrid 31 de Mayo de 2013
Francisco Z. Lantos
Doctor Arquitecto
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