27 may 2013

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¿POR QUÉ NO PODEMOS RESPETAR YA LAS EXIGENCIAS DE NUESTRAS SOCIEDADES MATERIALISTAS Y TOMAR ÉSTAS COMO BASE PARA NUESTROS CRITERIOS EN LA REDACCIÓN DE LOS PROYECTOS DE NUESTROS FUTUROS ASENTAMIENTOS HUMANOS? Acostumbrado a practicar nuestra profesión de arquitectura y de redactar los proyectos de edificios singulares según las Ordenanzas Municipales donde está ubicado el edificio, las que por otro lado se redactan según el crecimiento económico- industrial, de la población y demandas sociales, culturales y otros intereses creados, sistema que funcionaba perfectamente hasta que el crecimiento de la población del mundo era normal y las necesidades y demandas del hombre eran justas, pero hoy, cuando esto se ha cambiado en los últimos dos siglos de un proceso progresivo, casi sin darnos cuenta de ello, en una situación antinatural, en la que la población del mundo, con sus casi 6.000 millones de habitantes es treinta veces más que la que tenía nuestro planeta durante miles de años y hasta la época de Jesucristo y la demanda de consumo de energía en los países desarrollados es 10-15 veces mayor que la que han tenido nuestros antepasados, que extendiéndose a toda la población podría significar una media de 3-4 veces mayor consumo de energía de lo normal y que nuestra naturaleza psico-somática realmente necesita, al que multiplicando por 30 (aumento numérico de la población del mundo) significaría una media de 120 veces más de consumo de energía, siendo nuestro planeta del mismo tamaño e incluso con menos recursos naturales que tenía en la época de Jesucristo. La consecuencia de estos cambios, de cuyos efectos negativos sólo hace 50 años hemos descubierto, pero que al no tomarlas seriamente, hoy hemos llegado a una situación, cuando en el ciego intento de satisfacer, sin ninguna crítica, las erróneas demandas de nuestras sociedades extremadamente materialistas, nuestros asentamientos humanos (ciudades y poblados) se han perdido todos sus valores arquitectónicos y humanos, quedando desiertas las muchas medianas y pequeñas ciudades y poblados rurales para concentrarse el 50% de la población del mundo en grandes y caóticas Metro y Megaciudades, 15 de ellas ya con más de 10 millones de habitantes, en las que se fundieron, de manera arbitraria, en una conurbación, 20-50 ciudades existentes, donde reina las fealdades, ruidos, contaminaciones, inseguridad ciudadana, violencia y todo tipo de vicios, ofreciendo una vida miserable a sus habitantes. Empero, este proceso destructivo aún no ha llegado a su techo, sino, según las estimaciones estadísticas de las Naciones Unidas, si continúa esta tendencia, para el año 2050, nuestro planeta tendrá 10.000 millones de habitantes o sea 50 veces mayor de la que había en la época de Jesucristo y el consumo de energía se extenderá también entre los países en vías de desarrollo, llegando a una media de 4-5 veces mayor de lo normal, lo que significaría, multiplicando estos dos factores 200 250 mayor consumo de energía que se gastó en la época de Jesucristo. La consecuencia de esta antinatural y desenfrenada expansión demográfica y crecimiento de consumo de energía, aunando con la tendencia migratoria de la población del mundo desde las zonas rurales y conflictivas hacia las zonas rurales, será que para el año 2020 el 70% de la población del mundo vivirá en ellas, entre las que encontraremos 15 Megaciudades entre 10-15 millones y 15 entre 15-28 millones de habitantes. Para imaginar el tipo de vida infernal que tendrían que sufrir los habitantes en estas monstruosas y deshumanizadas Megaciudades y Conurbaciones, sólo tenemos que recordar el tipo de vida que experimentan los habitantes de México City, Tokio, San Paolo, Calcuta, Sangay, Bombay, Los Ángeles, Nueva York, Londres, etc., ciudades Metropolitanas y Megaciudades que ya tienen esta caótica estructura y ambiente hostil y deshumanizado, pero que éstas, en los próximos 20 años pueden aún duplicarse en su extensión física y número de habitantes. Estos ejemplos y esta experiencia debería ser suficiente prueba y aviso de que no podemos respetar ni servir, ni un minuto más, las erróneas demandas del hombre contemporáneo de nuestras sociedades extremadamente materialistas y el verdadero papel de las personas quienes por su profesión tienen que redactar proyectos para nuestros futuros asentamientos humanos será buscar la causa real de nuestros males, que exigiría de él unos estudios profundos relacionados con nuestra vida y su relación con el mundo en el que se realiza y sólo cuando está preparado y capacitado de ver y juzgar las cosas en esencia y síntesis y siente que su verdad subjetiva coincide con la verdad objetiva, lo que refleja las Leyes de la Naturaleza, es cuando, tomando sus ideas sobre el mundo y de la vida como base para su comportamiento y actividades, pueda buscar las correspondientes soluciones arquitectónicas y urbanísticas de nuestros futuros asentamientos humanos. Es obvio que esta formación perfecta como hombre y profesional con capacidad creativa, en nuestra época de especializaciones sólo existe entre algunos pocos hombres inquietos quienes por sus diferentes ideas de las establecidas y rutinariamente practicadas por nuestros especialistas, hoy son ignoradas y despreciadas y en estas circunstancias es muy difícil de formar estos nuevos y necesitados profesionales, aunque una vez encendida la antorcha de un conocimiento acertado y necesitado ésta ya no se apaga, pero si esta búsqueda y autoformación se prolonga no tendremos tiempo para que el cambio, podía realizarse por proceso evolutivo y estaremos condenados a llevar nuestros errores hasta su conclusión, cuando a través de una destrucción inimaginable, en el nivel planetario, aprenderán los supervivientes, como siempre ha ocurrido en casos similares, la lección y tendrá más oportunidad de empezar una nueva vida de acuerdo con su naturaleza especial humana y en perfecta armonía con las Leyes de la Naturaleza que dirige la evolución y desarrollo de todas las vidas que componen nuestro mundo manifestado. En esta situación surge la pregunta de ¿qué podemos y debemos hacer para frenar este desastroso y destructivo desarrollo de nuestras ciudades y quienes son los llamados para marcar las directrices y criterios sobre los que tenemos que basar nuestras soluciones? Para contestar a esta pregunta diría que antes de todo tenemos que frenar la antinatural y desenfrenada expansión demográfica, el crecimiento del consumo de energía y la tendencia migratoria de la población desde las zonas rurales y conflictivas hacia las grandes ciudades Metropolitanas y Megaciudades y con una política de descentralización urbanística, promover los desarrollos de medianas y pequeñas ciudades y poblados rurales y evitar el crecimiento y formación de nuevas Megaciudades. Mientras tanto, para encontrar el tamaño, estructura y forma ideal de nuestros futuros asentamientos humanos correspondientes a las justas e intrínsecas necesidades de nuestra naturaleza psico-somática, tendríamos que buscar entre nuestros filósofos, poetas, artistas, arquitectos, científicos y otros pensadores, quienes, a través de sus inquietudes y preocupaciones por nuestro futuro en su búsqueda, han aprendido a ver y juzgar las cosas en esencia y han obtenido la luz que necesitamos y poseen la capacidad creativa de comunicar y expresar sus ideas a través de sus obras y darles oportunidad para realizarla y formar una escuela para preparar sus seguidores, quienes completarán y adaptarán con sus aportaciones la idea básica del Maestro a nuestras circunstancias y a la realidad. Tomando en consideración que una vez obtenida la idea básica, ésta tendría que realizarse en la obra, que en este caso es la ciudad entera, como entre todas las profesiones es la arquitectura a la que pertenece esta actividad, y por eso, incluso en su formación universitaria es el estudiante de arquitectura quién más recibe esta enseñanza global, donde se encuentran la filosofía, el arte y la ciencia, pienso que este hombre perfecto y completo lo tendríamos que buscar entre los arquitectos. Como para marcar pautas e ideas para una tendencia y actividades profesionales, sólo son necesarios pocos maestros, y como para la formación de un maestro es necesaria la materia prima innata, que debe poseer el aspirante para este privilegiado puesto, estos futuros maestros serían seleccionados muy cuidadosamente. Ahora, mientras no tengamos estos hombres especiales, quienes serán capaces de dar la solución ideal y necesitada de nuestros futuros asentamientos humanos podríamos aprender de la historia y ver si existían estas ciudades alguna vez, cuando era ésta, como eran y cual fue la causa de este acierto. Haciendo esto y tomando nuestra cultura cristiana como ejemplo, descubrimos que las ciudades de la Edad Media, cuando la "filosofía del mundo y de la vida" de los hombres de esta sociedad eran extremadamente espirituales, reflejando esta ideología fuertemente religiosa, estaban más bien dedicadas al Dios que al hombre. La estructura y la forma de las ciudades estaban dominadas por el único monumento que era la catedral o la iglesia, con sus dependencias, contrastando esta monumentalidad y privilegiada situación dentro de la ciudad, con casas de viviendas mal iluminadas y ventiladas, apiladas alrededor de unas estrechas calles sin alcantarillado e instalaciones sanitarias. En estas ciudades, el goce espiritual que ha proporcionado la iglesia y el ambiente pictórico y bello de las fachadas de los edificios estaba perturbado por las incomodidades e inconveniencias de las casas de los habitantes, modelo que no podemos tomar como ejemplo a seguir en nuestra búsqueda. De estas inconveniencias, cuando en el siglo XIV las contradicciones entre sus erróneas ideas sobre el mundo y la vida y la realidad eran más palpables, ellos mismos las han descubierto y perdiendo entusiasmo e interés hacia sus creencias e ideas poco a poco han abierto un nuevo camino de búsqueda, que para el siglo XV les llevó a una "filosofía justa y sobre el mundo y la vida", en la que han logrado establecer un justo equilibrio entre sus necesidades espirituales y físicas que ha ocurrido en la época del Renacimiento y que duraba hasta el siglo XVIII, hasta el comienzo de la Revolución Industrial en Europa. En estas épocas, de acuerdo con esta filosofía, el hombre se descubre a sí mismo como un ser psico-somático y su relación con su Dios ya no es a base de miedo ni le ve como a un juez para castigarle por sus pecados, sino como a un amigo, un ser superior, cuyas cualidades, en menor grado, también posee el hombre, y en esta creencia se cambia totalmente la estructura y forma de las ciudades heredadas de la Edad Media. Nace un nuevo centro administrativo, socio-cultural, con Ayuntamiento y otros edificios administrativos y culturales, dedicado a las nuevas necesidades del hombre. Estos dos monumentos, uno dedicado al Dios y otro al hombre, no competían uno con el otro, sino conectados por la calle principal, marca la estructura de la ciudad, que es también expresada con sus volúmenes y siluetas sobre los tejados de la zona residencial, cuyas calles se ensanchan y sus casas se convierten en más cómodas, mejor iluminadas y ventiladas, dentro de las que sus habitantes encuentran dos hogares, uno en sus casas, para sus vidas íntimas, para realizar dentro de sus familias y otro en las calles, plazas y en edificios públicos para satisfacer sus necesidades espirituales. Estas ciudades, con sus tamaños definidos, estructuras claras y ordenadas, funcionales en la distribución de usos y expresivos y bellos en sus formas arquitectónicas, eran en esencia como cualquier organismo vivo, eran orgánicas, dentro de las que, el hombre se sentía cómodo, pudiendo realizar su vida en plenitud y obtener su felicidad. Comparando estas ciudades con las nuestras, en las que, con nuestra materialista "filosofía del mundo y de la vida" hemos convertido aquellas, podemos deducir que éstas eran las ciudades ideales que hemos perdido y las que buscamos para poder satisfacer y fomentar las justas necesidades de nuestra naturaleza psico-somática. Tomando estas ciudades como modelo de nuestros asentamientos humanos, éstas también tendrían que ser orgánicas, lo que quiere decir, definidas en tamaño, clara y ordenadas en su estructura, funcional en la distribución de uso y expresiva y bella en su forma. Hemos visto que la causa de esta perfección era la justa "filosofía del mundo y de la vida" y el perfecto estado de la naturaleza psico-somática de la especie humana y el no exagerado número de 600-800 millones de la población del mundo de esta época, las dos condiciones que hoy no tenemos. Por un lado, debido a nuestra extremadamente materialista "filosofía del mundo y de la vida", el perfecto estado de nuestra naturaleza psico-somática se degeneró y nos ha incapacitado de vibrar al unísono con las Leyes de la Naturaleza, tener una idea común y compartida entre nosotros y por eso de poder entendernos y adaptarnos, de manera natural y espontánea, a la idea subyacente, que guía el desarrollo y evolución de nuestro mundo manifestado, en el que nosotros, con nuestra vida, tenemos un papel específico pero no más importante que los otros seres animados que componen este mundo, por otro lado y justamente como consecuencia de nuestra incapacidad de adaptarnos con nuestro comportamiento y actividades a esta idea subyacente por intentar adueñarnos del mismo, hemos aumentado desproporcionadamente el número de nuestra especie, que hoy, con sus 6.000 millones de habitantes es diez veces mayor que la que tenía el mundo en la época del Renacimiento cuando logró establecer la ciudad ideal, capaz de satisfacer las justas necesidades de nuestra naturaleza especial humana. Tomando este hecho en consideración y que ya, cuando hemos descubierto esta exigencia de nuestra naturaleza, tenemos treinta Megaciudades entre 5-15 millones de habitantes, aplicar este modelo en estos caos sería difícil, pero no olvidemos que el número de habitantes en estas deshumanizadas Megaciudades y las que no sobrepasaban un millón de habitantes no son más que 600 millones o sea el 10% de la población del mundo, en el resto de 90% aún podríamos intervenir, creando nuevos o renovadas ciudades existentes por debajo de un millón de habitantes, que es el máximo tamaño de una ciudad orgánica que podría ser definida en su extensión, ordenada en su estructura y funcional en su distribución de uso y expresiva y bella con su forma. Madrid, 28 de Diciembre de 1996 Ferenc Z. Lantos NOTA: ESTE ENSAYO ESCUETO EN EL NÚMERO 7 DE LA REVISTA MENSAJE DE MI CENTRO DE INVESTIGACIÓN QUE POR RAZONES ECONÓMICOS NO SE PODÍA EDITARLO , COMO SU CONTENIDO ES AÚN VALIDO HE DECIDIDO EXPONERLO EN MI BLOG Madrid 27 de Mayo de 2013 Francisco Z. Lantos Doctor Arquitecto

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