28 may 2013

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EL PAPEL DEL ARQUITECTO EN NUESTRAS SOCIEDADES Hoy, cuando, ante los innumerables y entrelazados males y contradicciones que experimentamos en todos los campos de nuestras actividades, surgen inquietudes entre los hombres sensibles y preocupados por nuestro futuro especialmente, cuyas actividades están directamente afectadas con esta tendencia negativa y hacerles difícil de practicar sus profesiones según sus exigencias intrínsecas, y en estas frustraciones se sienten obligados a buscar la causa de este fenómeno antinatural y contradictorio. Tomando en consideración sólo los tres más graves de nuestros males: La antinatural y desenfrenada expansión demográfica, el antinatural crecimiento del consumo de energía del hombre contemporáneo y la fiebre de las migraciones de la población del mundo desde las zonas rurales hacia los grandes núcleos urbanos, de cuya consecuencia, hoy, la población del mundo, con sus casi 6000 millones de habitantes, es 30 veces más, pero que para el año 2050, esto, según las estimaciones estadísticas puede llegar a 10000 millones que representa 50 veces más que la que tenía nuestro planeta en la época de Jesucristo, al que si lo multiplicamos por el aumento de consumo de energía, que hoy, en los países desarrollados es 10-15 veces mayor que el que tenían nuestros antepasados, tendencia que está extendiéndose para los países en vías de desarrollo también y que para el año 2050 puede llegar a una exigencia media de 4-5 veces mayor que la que tenía el hombre en la época de Jesucristo, lo que significaría 50 veces (aumento cuantitativo de la población del mundo) por 4-5( aumento medio de consumo de energía del hombre del futuro) = 200-250 veces más consumo de energía de la especie humana de nuestro planeta, siendo éste del mismo tamaño e incluso con menos recursos naturales que los que tenía en la citada época. Añadiendo a estos dos factores el tercero, la tendencia migratoria de la población del mundo desde las zonas rurales hacia las grandes ciudades, de cuya consecuencia, hoy, el 50% de la población mundial está ya concentrada en indefinidas y caóticas conurbaciones, entre las que se encuentran 30 Metro y Megaciudades con 6-16 millones de habitantes, pero de continuar estas tendencias, según las estimaciones estadísticas de las Naciones Unidas para el año 2030, el 70% de la población del mundo podría vivir en distintos tipos y tamaños de aglomeraciones urbanas, entre las que ya 15 tendrían 10-16 millones y otras 15 de 16- 35 millones de habitantes. Este acontecimiento antinatural y nunca experimentado en esta escala, aunque sus consecuencias negativas sufridas por la gente que tienen la mala suerte de vivir en nuestros monstruosos, caóticos y deshumanizados Metro y Megaciudades, es conocida , no obstante, como aún no hemos llegado a la situación extrema de este desarrollo, su gravedad es difícil de concebir en su medida real por personas cuyas actividades no están directamente afectadas, siendo esto la causa de no preocuparse con suficiente serenidad de este gravísimo, peligro que nos amenaza y que será la causa de una destrucción apocalíptica de la que posiblemente sólo la muerte puede salvarnos. Ahora bien, cómo el índole de este acontecimiento, o lo que sea, la causa de nuestros innumerables y entrelazados males no son sólo sus manifestados males y problemas como la degradación del medio ambiente, desastres civiles y naturales, deterioro de los servicios urbanos, falta de viviendas para los pobres de las zonas urbanas, desempleo y la decadencia económica, las violencias, las delincuencias, la corrupción, injusticias, nuevas enfermedades psíquicas y físicas, etc., que afectan a los especialistas de varias profesiones como son los economistas, sociólogos, juristas, políticos, urbanistas, científicos, psicólogos, médicos, etc., quienes, por sus formaciones de nuestro tiempo, al ver y juzgar las cosas aisladamente y no como una consecuencia de una causa, están expuestos al peligro de deformar los hechos y en lugar de aportar, con sus trabajos, algo positivo, por enfocar los problemas erróneamente, aumentan, sin querer, el mal. Evitar este fracaso, como nuestros problemas son muy complejos e interrelacionados entre sí, todo indica que esto es más bien de tipo filosófico, que está relacionado con la verdad sobre nuestra existencia particular y de la Existencia General, dentro del que estamos realizando, conjuntamente con los otros seres animados, nuestra vida y que exige un conocimiento universal sobre el mismo, tema que estudian los filósofos y que conocen los sabios. Empero, como los filósofos de hoy son más bien de tipo escolástico y están alejados de la vida real y como sus trabajos no están directamente afectados con nuestros males, ellos tampoco sienten en su medida real los problemas, ni poseen los conocimientos prácticos que serían necesarios realizar y poner en práctica la idea y soluciones acertadas para eliminar nuestros males y restablecer las justas necesidades exigidas por nuestra naturaleza especial humana. Tomando en consideración la profesión de la arquitectura, que por su carácter, además de ser artística, como la pintura, escultura o música, como sus obras no son sólo para la contemplación estética y disfrute espiritual, sino en ellas viven y se desarrollan los seres humanos, cuyas necesidades físicas y psíquicas, también tienen que satisfacer las obras realizadas, que involucran conocimientos técnicos y científicos, el arquitecto, para poder realizar el papel intrínseco de su profesión, además de sus actividades creativas y sensibilidades artísticas, tiene que poseer un conocimiento humanístico y científico-técnico, que si se hace conscientemente, él se acerca más a este hombre perfecto y universal que hoy en nuestra situación tan precaria necesitamos para enseñarnos el camino que pudiera salvarnos de una catastrófica e inevitable destrucción que nos esperaría si lo siguiéramos pasivamente con nuestras actividades y desarrollo. Desgraciadamente, como la falsa y exageradamente materialista "filosofía del mundo y de la vida" ha envenenado a todos los hombres de nuestras sociedades, de cuya influencia negativa todos hemos perdido este justo equilibrio entre nuestra naturaleza espiritual e instintiva que es una necesidad indispensable para poder vibrar al unísono con las Leyes de la Naturaleza, sentir la Verdad, y adaptarnos con nuestro comportamiento y actividades, de manera natural y espontánea a sus principios, y como además las enseñanzas y la formación de los arquitectos en las escuelas y universidades, para adaptarse a las demandas de nuestras sociedades equivocadas, han sido cada día más prácticas con la tendencia de las especializaciones, nuestros arquitectos, que se contentan con conocimiento y formación obtenida en las facultades de arquitectura tampoco están preparados para esta compleja e importante tarea. No obstante, al estar incluida intrínsecamente por la naturaleza de esta profesión, la necesidad de este conocimiento del hombre, la comprensión real del significado del arte, un arquitectos inquieto y preocupado por nuestro futuro, obedeciendo a su conciencia y ambición profesional se convierte en un buscador de la Verdad, que le lleva poco a poco a la perfección humana, cuando recibe por intuición un conocimiento sobre el mundo y la vida diferente de lo existente y practicado por sus congéneres. Este arquitecto autodidacta surge en las épocas de contradicciones, como es la nuestra, que empezó con la Revolución Industrial y cuyos síntomas, en un principio, sólo los han descubierto los hombres más preocupados , casi visionarios, como era el gran arquitecto Le Corbusier, quién tenía sus seguidores, famosos arquitectos de todos los países del mundo de la época de la arquitectura moderna entre los años 1930-1970, pero que la extendida materialista "filosofía del mundo y de la vida" de nuestras sociedades apagó estas inquietudes, convirtiendo a los hombres de talento, quienes aunque poseen las capacidades creativas, sensibilidades artísticas, pero perdiendo el perfecto estado de sus naturalezas especiales humanas, en su liberación de las Leyes de la Naturaleza, utilizan su inteligencia, no como un instrumento para realizar sus ideas obtenidas por intuición, sino como amo y guía para expresar sus falsas ideas, convirtiéndose así en unos títeres al servicio de las demandas de nuestras sociedades materialistas. El grave peligro que encierra las actividades de estos dotados y famosos arquitectos de moda es que sus singulares obras en sí y aisladas de su medio ambiente construido y natural, como son llamativas y algunas veces bellas, disminuyen sus falsedades, confunden a los no entendidos y a los estudiantes y jóvenes arquitectos, haciendo más difícil descubrir sus errores y daños, que a nivel humanístico y urbanístico están causando, contribuyendo posiblemente, sin darse cuenta, a la formación de nuestras caóticas, monstruosas y deshumanizadas Metro y Megaciudades. No obstante, estos 20 años de desvío del camino justo, que hace 60 años inició Le Corbusier, era suficiente para descubrir las superficialidades y equivocaciones de las numerosas tendencias improvisadas por los famosos arquitectos de moda para que aumentasen y serán más reconocibles nuestras contradicciones, y de que surjan nuevamente hombres inquietos y preocupados por nuestro futuro, entre los que, entre otros profesionales, hay arquitectos posiblemente mucho más que conocemos, quienes al no vibrar con la "filosofía del mundo y de la vida" de nuestras sociedades materialistas no tienen la oportunidad de realizar sus obras, sólo de expresar sus ideas en escritos y proyectos ideados, muchos, los que al no recibir simpatía y ayuda moral y económica de nuestras sociedades materialistas, ni han podido ser publicados. No obstante y a pesar de la enemistad y la pretendida ignorancia de organismos oficiales, organizaciones profesionales, sociales, bursátiles, humanísticos, etc., hacia este nuevo tipo de búsqueda, representando esta verdad y la necesidad del cambio, nada ni nadie puede apagar ya esta antorcha, experiencia que he notado entre los estudiantes de arquitectura y algunos jóvenes arquitectos, quienes aún no han perdido la ilusión de practicar esta privilegiada y sagrada profesión, de acuerdo con su carácter y naturaleza intrínseca, el único camino que podría llevar al hombre que la practica a la perfección humana y obtener su felicidad. Siendo la causa principal de todos nuestros males, el hombre contemporáneo, cualquier persona quien quisiera resolver nuestros problemas y encontrar la solución justa y necesitada tiene que ser un sabio, quien conoce la verdad sobre nuestra existencia particular y su justa relación con el resto de las vidas que componen nuestro planeta, que podría ser un filósofo, biólogo, poeta, artista, arquitecto, científico, etc., pero como una vez descubierta la verdad, ésta tendría que ser puesta en práctica, tomando en consideración los tres factores negativos anteriormente presentados, de cuyas consecuencias si continuamos con nuestro comportamiento y actividades, para el año 2050 la población del mundo puede llegar a tener 10000 millones de habitantes, de los que el 70% vivirán en caóticas aglomeraciones urbanas, entre las que 30 podrían tener entre 15-35 millones de habitantes, las que, aunque crearán problemas de contaminaciones, ruidos, violencias, enfermedades, injusticias, etc., y darían trabajo para filósofos, psicólogos, juristas, médicos, y a un sinfín de especialistas, no obstante el mayor trabajo, la idea básica, para resolver los tamaños, estructuras y formas de nuestros futuros asentamientos humanos, que son hoy la cuna de la mayor parte de nuestros males, recaerá forzosamente en el arquitecto, cuya profesión en esencia es de tipo general y global, quien por eso si atiende a esta exigencia aprenderá a captar la idea necesitada para cada caso y tendrá la formación artística y técnica para realizar a través de sus obras estas ideas. Estos arquitectos, quienes utilizarán sus diplomas para iniciar sus nuevos y complementarios estudios en la vida a lo largo de su ejercicio profesional serán los que, a través de nuestras contradicciones, descubrirán la verdad y las que nuestras sociedades necesitan pero cuyos verdaderos papeles no serán los de servir sus actuales falsas demandas materialistas, sino el de servir las justas necesidades de la naturaleza psico-somática del hombre universal que ha descubierto a través de su búsqueda, no de segunda mano, sino por su propia experiencia vivida, que le dará justicia, y en nuestro caso obligación, de seguir a sus convencimientos y convertirse con ello en educador de su sociedad. Madrid, 28 de Mayo de 2013 Ferenc Z. Lantos

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