January 22, 2011 - 1:17 PM: Francisco Z. Lantos dice:
La singularidad de la especie humana es que con su doble naturaleza, la espiritual e instintiva él se encuentra en la punta de la cuña de la evolución o corporización de la Existencia Real, del Amor Puro y con su espíritu representa su forma inicial y conceptual, y posee los mismos dones y facultades que el Amor en su estado Puro y puede conocer la Verdad y con su cuerpo representa su forma en su proceso de realización, y a través de su instinto, posee los mismos dones y facultades como los otros seres animados por debajo de su nivel, y puede sentir la Verdad. Este privilegio, sin embargo, no le favorece siempre, al contrario, cuando por estar fusionadas estas dos naturalezas en una unidad inseparable, la sobrevaloración de uno sobre el otro, en que puede caer, perturba los “conocimientos”“sentidos” a través de su instinto y “conocidos” a través de su espíritu y dependiendo del grado de equivocación puede cambiar o degenerar estos “conocimientos” y convertir al hombre en el principal causante de los disturbios de la equilibrada y armoniosa evolución y desarrollo de la Existencia Real, del Amor Puro y Universal en su proceso de Autorealización.
Para comprender el significado de este caso y la dificultad del hombre para acertar con su “filosofía del mundo y de la vida”, la Verdad y las infinitas posibilidades que puede tener para equivocarse, imaginemos que el café sólo representa el Espíritu Supremo, el Amor Puro y Universal, y que posee concientemente la Verdad, y la leche representa el Amor Puro en su proceso de autorealización o corporización, cuyas células o los distintos seres animados reciben a través de sus instintos directa e invariablemente la Verdad, mientras el hombre, el tercer elemento en este juego de Amor, está compuesta de estas dos naturalezas, es como el café con leche, que dependiendo de la proporción de uno y del otro puede intentar vivir según la mezcla, que puede variar teniendo una gota de café o al revés en el vaso, o mitad y mitad, considarando esto el justo equilibrio ente ambos y el estado justo de la naturaleza especial humana.
La singularidad de la especie humana es que con su doble naturaleza, la espiritual e instintiva él se encuentra en la punta de la cuña de la evolución o corporización de la Existencia Real, del Amor Puro y con su espíritu representa su forma inicial y conceptual, y posee los mismos dones y facultades que el Amor en su estado Puro y puede conocer la Verdad y con su cuerpo representa su forma en su proceso de realización, y a través de su instinto, posee los mismos dones y facultades como los otros seres animados por debajo de su nivel, y puede sentir la Verdad. Este privilegio, sin embargo, no le favorece siempre, al contrario, cuando por estar fusionadas estas dos naturalezas en una unidad inseparable, la sobrevaloración de uno sobre el otro, en que puede caer, perturba los “conocimientos”“sentidos” a través de su instinto y “conocidos” a través de su espíritu y dependiendo del grado de equivocación puede cambiar o degenerar estos “conocimientos” y convertir al hombre en el principal causante de los disturbios de la equilibrada y armoniosa evolución y desarrollo de la Existencia Real, del Amor Puro y Universal en su proceso de Autorealización.
Para comprender el significado de este caso y la dificultad del hombre para acertar con su “filosofía del mundo y de la vida”, la Verdad y las infinitas posibilidades que puede tener para equivocarse, imaginemos que el café sólo representa el Espíritu Supremo, el Amor Puro y Universal, y que posee concientemente la Verdad, y la leche representa el Amor Puro en su proceso de autorealización o corporización, cuyas células o los distintos seres animados reciben a través de sus instintos directa e invariablemente la Verdad, mientras el hombre, el tercer elemento en este juego de Amor, está compuesta de estas dos naturalezas, es como el café con leche, que dependiendo de la proporción de uno y del otro puede intentar vivir según la mezcla, que puede variar teniendo una gota de café o al revés en el vaso, o mitad y mitad, considarando esto el justo equilibrio ente ambos y el estado justo de la naturaleza especial humana.
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