Francisco Z. Lantos | 11 de octubre de 2010 a las 16:44
Elegir el cónyuge para toda la vida es un acto decisivo y encierra mucha responsabilidad por ambas partes, ya que no sólo su felicidad sino también la de sus futuros hijos dependen de ello. Para evitar un fracaso, sería muy necesario que además de sus sentimientos “primaverales” y deseos carnales, examinasen si poseen los siguientes dones, o si serán capaces de adquirirlos conjuntamente en un entendimiento razonable y voluntario:
Amor espiritual.
Deseo carnal.
Un concepto del mundo igual de ambos cónyuges.
Una formación ético cultural idéntica.
Un deseo común de tener hijos.
Una preocupación por el aseo personal y por el orden y limpieza de la
casa.
Tiene que existir un contraste en el comportamiento del hombre y de la mujer, tal y como está fijado en la vida biológica de nuestra especie. La mujer tiene que expresar su feminidad y sentir que su principal papel en el matrimonio es el de ser esposa y madre, y para cumplirlo no puede abandonar el trabajo de hogar. El hombre, con su carácter, tiene que expresar su serenidad y su fuerza para crear una seguridad moral y física para el mantenimiento de la familia, tiene que sentir la responsabilidad y la obligación de asegurar todas las necesidades que su mujer y su familia necesitarán.
Si dentro del matrimonio existen todos estos requisitos, éste tendrá éxito, los cónyuges vivirán en armonía y serán felices.El respeto del uno por el otro, la confianza, el entendimiento, y el perdón existirán sin esfuerzo de una manera espontánea y sincera, ambiente que sentirán también los hijos, añadiéndolo y reforzándolo con sus comportamientos alegres, sin lo cual no podrían desarrollar sus vidas en plenitud.