12 jun 2011

¿QUIÉN PUEDE CONOCER LA VERDAD?

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¿QUIÉN PUEDE CONOCER LA VERDAD?

Para que un pianista o un violinista puedan interpretar perfectamente una sonata de Mozart, tienen que conocer a fondo la obra, y cuando logra hacerlo se demuestra que conocía aquella, analógicamente, cuando se trata de conocer la Verdad sobre nuestro Mundo Manifestado, cuyo desarrollo lo expresan las Leyes de la Naturaleza, los que logran adaptarse  a la perfección con su conducta a las mismas, demuestran, de algún modo, que poseen el conocimiento sobre su existencia.

Basándome en este hecho, y observando las conductas de los animales, que todos vibran al unísono con estas Leyes, nos da la impresión de que éstos poseen este conocimiento, pero como en éstos no está suficientemente desarrollada la conciencia ni el raciocinio, este conocimiento lo obtienen a través de sus instintos por sentirla, sin la posibilidad de exponerla ni comunicarla.

En el caso del hombre, la única especie en la que la conciencia y el raciocinio se han desarrollado en tal perfección que ya componen su segunda naturaleza, que por ser esta inmaterial la llamamos mente, espíritu o alma, que posee la capacidad de formar una idea sobre lo que ve y experimenta, así, con este tipo de naturaleza especial, el hombre tiene dos fuentes para conocer la Verdad sobre la Existencia (el mundo dentro del que vive y desarrolla su vida), a saber por sentir a través de su instinto y saber a través de su conciencia y raciocinio.

Este privilegio, sin embargo, al ser estos dos conocimientos innatos en la vida del hombre, fusionados en una unidad inseparable, hemos visto en la historia de la conducta y actividades del hombre, de que esto sólo ha sido favorable si el hombre ha logrado llevar en su justo equilibrio la parte instintiva y la espiritual de su naturaleza especial humana, ya que cuando exageró las exigencias de la parte espiritual de su naturaleza a costa de la parte instintiva, como existió en la Edad Media de nuestra cultura cristiana, la influencia excesiva  de ésta modificó y destruyó el conocimiento verdadero impreso en su instinto, así mismo, cuando exageró las exigencias de la parte de su naturaleza instintiva, como está ocurriendo desde la Revolución Industrial y extendida esta ya  por todas las parte de nuestro planeta, el conocimiento verdadero e innato de su espíritu se modifica y se destruye, convirtiendo este privilegio en una desventaja y causante de que sólo el hombre tenga dificultad para conocer la Verdad sobre la Existencia (el mundo y la vida).

La eterna lucha entre la ciencia y las religiones, la primera, que sólo reconoce los conocimientos  demostrados científicamente, y la segunda, que afirma que este tipo de conocimiento lo posee nuestro instinto y espíritu, y en lugar de buscar demostraciones y explicaciones científicas, siendo esto propiedades intrínsecas de nuestra naturaleza especial humana, enseñan y proponen métodos de vida para que estos conocimientos se revelan de manera natural y sin ningún esfuerzo especial.

En este dilema, basado en la experiencia de los resultados obtenidos en este campo por la ciencia, parece demostrado que no es acertado este camino, ya que nuestro mundo es tan complejo, que nuestra mente no está capacitada para conocerlo en esencia, y con el avance de conocimientos se aumentan los casos de desconocimientos, que desvalidan los anteriores descubrimientos, e incluso los más grandes científicos como Einstein, llegando al final del descubrimiento científico que ha podido obtener por su mente, y descubrir que hay más y a las que es incapaz de conocer basándose en la razón, se convierte en un místico, confesando que su religión es este conocimiento que está detrás de todo lo cognoscible.

Bien, si es verdad que el verdadero conocimiento o verdad sobre la Existencia Real (nuestro mundo manifestado) está impreso en el instinto de todos los seres vivientes, como los animales, los cuales, por falta de conciencia y raciocinio no son capaces de comunicar esta verdad por medio de la palabra, tenemos que juzgar por observación de sus conductas.

Haciendo esto, observamos que, aunque todos son diferentes en tipos, naturaleza, tamaños y comportamientos, hay una cosa que es común en todos ellos, y que es que todos, en sus conductas, están guiados por Amor, e irradian este hecho, creando un ambiente agradable y bello, que nosotros con capacidad de juzgar y valorarlo concebimos así y constatamos que este Amor en ellos se manifiesta en tres formas: la primera, como un amor de atracción sexual entre el macho y la hembra, que se presenta en el tiempo de madurez de cada especie, pero sólo se puede consumir en la época de celo de la hembra, cuando para asegurar la copulación, y con ello la procreación, se acompaña en ambas un gran deseo sexual, cuya misión real es el mantenimiento proporcional de la especie, dentro del gran conjunto que abarca toda la Existencia, y para lograr esto, este amor de tipo sexual, se convierte en un tipo de amor paternal y maternal, para asegurar el crecimiento y desarrollo físico de las crías, que sus progenitores realizan con sacrificio y protección, pero lo hacen con alegría y amor, disfrutando tanto “ellos” como las crías este periodo de crecimiento, irradiando alegría y belleza en esta unión entre ambos. Una vez acabado esta época de crianza y cuando las crías ya no necesitan ayuda y se valen por si mismos, este tipo de sentimiento (amor) se anula y se cambia por un tipo de amor “personal” que se manifiesta como “voluntad de vivir”, cuya misión es la de preservar sus vidas, y con ello su especie hasta que se repite nuevamente el mismo procedimiento o hasta que en la lucha por sus subsistencias o por muerte natural se acaba su vida.

Esta observación nos obliga a relacionar este hecho con la Verdad sobre la Existencia Real obligándonos a concluir que la existencia Real de nuestro Mundo Manifestado es AMOR, no como un adjetivo de alguien o algo, sino como substancia y con una única e intrínseca naturaleza, y que obedeciendo a esta naturaleza única e innata, en el momento de encontrarse en su estado puro en su eterno desarrollo para no caer en contradicción consigo mismo y reservar su amor para sí mismo, tenía que iniciar el proceso de su autorrealización, y como en una semilla de una planta produciendo sus células para formar sus órganos, produciendo en este proceso de evolución su nueva semilla para empezar un nuevo ciclo de su existencia.

Deduciendo una conclusión de esta observación obtenemos que en el mundo que abarca toda la Existencia sólo existe AMOR y esto en sus dos formas: En su estado puro, cuando es inmaterial de carácter espiritual y cuando al ser consciente de su naturaleza exige de sí mismo el Realizarse y actúa como causa de su autorrealización, en cuyo proceso se desarrollan sus células, que en este caso son los distintos tipos de seres animados con sentimientos y capacitados para recibir y disfrutar este Amor Puro y Universal, pero al mismo tiempo experimentar el Amor Puro a través de estos en infinitas formas y maneras su Amor Puro transformado en amores particulares.

Basado en esta observación yo elaboré mi “Teoría de la Existencia” en la que expuse dentro de un ciclo la dirección del proceso de evolución, que a través de varias transformaciones iba a recuperar su pérdida de conciencia que se consumía en el acto de iniciar el proceso de su autorrealización, pero quedando atrás, en forma latente, su deseo de recuperarla, que a través de varias transformaciones llegó al cruce de su medio camino, recuperando ya su naturaleza innata dentro de la especie humana, creando así el tercer elemento de la Existencia Real, al hombre, que al unir dentro de su vida el Amor Puro y Universal con sus facultades de conciencia, raciocinio y capacidad creativa encontrado en su naturaleza espiritual, y el tipo de amor resultado en el proceso de autorrealización impreso en su Instinto, él es ahora el representante de la tercera forma de la Existencia Real, del Amor cuando su manifestación no es preestablecida ni mecánica, sino como resultado de la unión de los dos tipos de amor, la del tipo de Amor en su proceso de Autorrealización, que posee su naturaleza instintiva, y del tipo de Amor Puro y consciente, que posee su naturaleza espiritual, que por depender de la justa o errónea valoración de ambas fuentes puede o no obtener su perfección.

A través de la historia de la conducta y actividades de la especie humana hemos visto que este perfecto caso sólo es posible cuando el hombre logra establecer el perfecto equilibrio entre la parte espiritual y la parte instintiva de su naturaleza especial humana, cuando su saber, obtenida a través de su espíritu, y sentir, a través de su instinto sobre la Verdad de la Existencia Real, en lugar de destruirse se refuerzan el uno al otro y cuando el hombre, sin ninguna intención ni fuerza, obtiene de manera directa y natural la Verdad sobre la Existencia del Mundo.

Esta situación favorable e indispensable para el hombre para obtener el verdadero “conocimiento sobre el mundo y la vida”, se presenta cuando el hombre logra, con su modo de vida, eliminar los pensamientos diarios de su vida y concentrarse en su vida interior, liberando con ello la verdad poseída de su espíritu e instinto de su naturaleza especial humana.

Las personas que han logrado establecer este perfecto estado de sus naturalezas han sido en el pasado Sidarta, Lao Tse, Confucio, Krishna, Jesucristo, Zaratustra, Sócrates, Platón, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, los poetas místicos como Kabir. Khalil Gibran, Rumí, Walt Whitman, músicos como Bach, Mozart, Beethoven, arquitectos y escultores como Phedias, Le Corbusier y muchos más que sería muy larga la lista para mencionar todos.

Lo importante aquí, es reconocer que la verdad la llevamos dentro de nuestra naturaleza y que cada persona puede obtenerla, pero solamente si logra establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial human, y para esto el camino es la meditación y la contemplación del mundo, que nos llevará a identificarnos con el Amor Puro, obteniendo sus dones de Crear Belleza por Amor.

Madrid, 24 de Noviembre de 2008
Francisco  Z. Lantos Dr. Arquitecto

COMO ESTE ENSAYO EXPUESTO EN EL NUMERO 14 DE LA REVISTA ANUAL “MENSAJE” DE MI CENTRO DE INVESTIGACIÓN, POR RAZONES ECONÓMICO NO HE PODIDO PUBLICARLO, PARA  DAR  CONOCER SU CONTENIDO, HE DECIDIDO EXPONERLO AQUÍ EN MI BLOG.

Madrid 19 de Mayo de 2011



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