ARQUITECTURA DE NUESTRO
PROXIMO FUTURO
La arquitectura por regla general se practicaba y
enseñaba como edificios singulares o como
conjuntos urbanísticos de distinta índole, pero muy pocas veces se
presentó la ocasión para extender el campo de la arquitectura a nivel poblados
o ciudades enteras. Generalmente los asentamientos humanos (ciudades y
poblados) se desarrollaron sin un plan específico como una unidad
arquitectónica en cuya composición urbanística los edificios singulares
formarían parte como complemento en esta envolvente obra subordinados a la idea
básica como los ladrillos y otros elementos constructivos a los edificios
singulares.
Para evitar que el producto final, el poblado o la
ciudad a falta de este plan urbanístico no acabase en un conjunto desordenado y
caótico tenía que existir una ideología común y viva que unía las ideas y
pensamientos de los hombres de las sociedades dentro de las que se realizaron
los edificios singulares y marcaba las pautas y actividades de los mismos.
Este hecho está demostrado en la historia de la
conducta y actividades de la humanidad y tomando como ejemplo la cultura
cristiana vemos que en la
Edad Media , cuando existía una fe indudable y exagerada en la
religión cristiana, esta ideología compartida por todos es lo que definió tanto
la estructura, distribución y forma del desarrollo de sus poblados y ciudades
como de los edificios singulares.
Esta ideología viva y compartida es la que no
necesitaba ninguna clase de normas urbanísticas u ordenanzas municipales para
asegurar que el producto final, la ciudad, refleje con su estructura y forma
esta idea y quede asegurada su unidad arquitectónica. Naturalmente, el valor de
esta arquitectura y su capacidad de satisfacer y fomentar las justas e
intrínsecas necesidades de la naturaleza psico-somática de la especie humana
dependerá del acierto de cada ideología, religiosa o filosófica sobre el mundo
y la vida, con la Verdad ,
que como se demostró en los tiempos posteriores de la Edad Media , esta
ideología religiosa por su exagerada atención a las necesidades espirituales a
costa de la necesidades materiales de nuestra naturaleza psico-somática era
errónea y no era capaz de satisfacer sus justas e intrínsecas necesidades, lo
que refleja el gran contraste entre los edificios sacros, dedicados a Dios, el
único monumento construido con gran lujo que domina las ciudades o poblados
tanto dentro como desde fuera y de los edificios para sus casas con unas
distribuciones incómodas, falta de higiene, construido con materiales baratos
en calles estrechas sin infraestructuras urbanísticas, sin suficiente luz ni
ventilación.
Una vez descubierto a través de las contradicciones
entre esta ideología y la realidad su falsedad, con una lenta evolución esto se
cambia, completando el interés hacia las necesidades espirituales de nuestra
naturaleza con los intereses hacia las necesidades materiales también, logrando
en el siglo XV, en la época del Renacimiento, establecer una “filosofía del
mundo y de la vida” que al respetar de igual manera las necesidades
espirituales como las instintivas de nuestra naturaleza especial humana se ha
demostrado ser acertada y su correspondiente arquitectura tanto a nivel de
edificios singulares como en su total desarrollo, como asentamientos humanos
(ciudades y poblados) eran capaces de satisfacer y fomentar las justas e
intrínsecas necesidades de nuestra naturaleza especial humana.
Durante esta época que duraba 250-300 años, tampoco
era necesario, ni faltaban planos urbanísticos ni leyes y normas urbanísticas
ni ordenanzas municipales para asegurar el ordenado y definido desarrollo de
las ciudades y poblados que se construyeron a lo largo de estos años, según sus
crecimientos de edificios singulares.
Empero, como esta acertada y justa “filosofía del
mundo y de la vida”, con la Revolución Industrial , que empezó en Europa en el
siglo XVIII, al experimentar una mejora de vida a nivel económico empieza a
cambiarse otra vez y en esta ocasión, contrario de lo que existía en la Edad Media , el interés
de los hombres ahora se centra en las necesidades materiales de nuestra
naturaleza psico-somática, y con el abandono de las exigencias espirituales de
la misma, en estos tres siglos pasados, hemos llegado a destruir esta justa “filosofía del mundo y
de la vida” y convertir a los hombres de nuestras sociedades en unos hombres
espiritualmente vacíos, sin ninguna ideología definida y compartida, excepto en
la coincidencia de una demanda materialista de consumo en cuyo intento de
satisfacerlo se ha causado el desastroso desarrollo de nuestros asentamientos
humanos (ciudades y poblados).
Si tomamos en consideración este hecho y los otros
males que han surgido como consecuencia de esta falsa “filosofía del mundo y de
la vida” y de la falta de una ideología viva y compartida por los hombres de
nuestras sociedades, entre los que lo más grave es la desenfrenada y anormal
expansión demográfica, que hoy con sus 6.000 millones de habitantes es 30 veces
más, pero que según las estimaciones de las Naciones Unidas, esta cifra para el
año 2050 puede llegar a la cantidad de 10.000 millones, lo que significaría 50
veces más de la que existía en la época de Jesucristo, que además hoy, 1.000
millones de personas no tienen hogar, lo que significaría la necesidad de
construir sólo por esta falta y por el anormal aumento de la población del
mundo en los próximos 50 años tanto volumen de construcción como el que tenemos
actualmente, y si consideramos que por falta de esta justa y compartida
“filosofía del mundo y de la vida” de estos tiempos desde la Revolución Industrial
nuestros asentamientos humanos (ciudades y poblados) se han desarrollado de
manera muy caótica, formando unas indefinidas y desordenadas conurbaciones y
monstruosas y deshumanizadas Metro y Megaciudades con unas extensiones de 30-80 km . de diámetro y muchas
de ellas de 5-30 millones de habitantes, dentro de las que sus habitantes no
pueden realizar sus vidas en plenitud y obtener su bienestar y felicidad, es
lógico que no podemos permitir que este nuevo y enorme volumen de construcción
que tenemos que realizar en los próximos 50 años se continuarán enganchando
arbitrariamente a estos indefinidos y monstruosos “laberintos” sino que tenemos
que aprovechar estas necesidades surgidas por la falta de una justa “filosofía
del mundo y de la vida” y extender el campo de la arquitectura a su forma total
que son las ciudades y poblados y basado esto en la justa “filosofía del mundo
y de la vida” que hoy no existe pero que tiene que encontrar el arquitecto
quien se atreve hoy a practicar su profesión.
Como lograr este propósito con la masificación de
nuestras escuelas de arquitectura y universidades y la necesidad de preparar
arquitectos con conocimientos artísticos y técnicos para poder realizar sus
trabajos en la práctica, pero como para marcar las pautas y principios para
esta nueva arquitectura tampoco necesitamos que todos tengan esta formación,
éstos tendrían que ser seleccionados entre los jóvenes arquitectos inquietos y
preocupados por nuestro futuro, quienes además de esto hayan demostrado una
gran capacidad creativa y sensibilidad artística, y reunidos 20-25 de ellos en
una escuela tipo pitagórica, que durante un ciclo de 3 años dedicarán sus
estudios a la búsqueda de esta ideología y su correspondiente expresión
arquitectónica en su extensión total como ciudades y poblados.
Una vez obtenido este más amplio papel de la
arquitectura en las construcciones y elaboradas soluciones concretas por estos
nuevos Maestros de arquitectura tendremos ejemplos positivos para la
arquitectura de nuestro próximo futuro.
Madrid, 16 de Julio de 2002
Ferenc Z. Lantos
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