10 mar 2015

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LA GLOBALIZACIÓN Y EL CAMBIO CLIMATICO

Respetando sin crítica la exageradamente “materialista filosofía del mundo y de la vida” del hombre contemporáneo de nuestras sociedades de consumo, que desde la Revolución Industrial del siglo XVIII está extendiéndose por todas partes de nuestro planeta y que en los países desarrollados ha alcanzado ya unos niveles muy altos, destruyendo los valores y necesidades espirituales de los hombres, cambiando estos por demandas materialistas, cuya satisfacción  exige el constante crecimiento de todo tipo de industrias que para poder ser competitivas en el mercado obliga a los productores de mercancías a producir éstas más económicamente, causando todo tipo de contaminaciones a la Naturaleza, cuyos daños en principio ésta los podía absorber y en la euforia de mejorar en el campo material la vida de los hombres, en estas sociedades, ese mejoramiento económico se desarrolló sin límites, llegando hoy en los países desarrollados a unos niveles en los que los efectos negativos y destructivos para el Medio Ambiente extendido a todo el planeta es ya evidente, estando obligado las Naciones Unidas en sus conferencias mundiales celebradas en los últimos 30 años a tratar este acontecimiento muy perjudicial y buscar la solución necesitada para resolverla.

Sin embargo, estas conferencias en lugar de tratar los problemas en sus raíces y buscar la causa real de nuestros innumerables y entrelazados males, sus programas se limitan a estudiar uno por uno y separadamente los manifestados males de esta causa subyacente, siendo esto la causa de sus fracasos de obtener sus objetivos, empeorando nuestros males cada vez más y más.

Como lo más grave de los manifestados males es la contaminación de la Naturaleza y el cambio climático que está causado no sólo por las industrias sino de las grandes ciudades con sus edificios inteligentes, con calefacción central, aire acondicionado, transportes, etc., los más frecuentes temas de las conferencias de las Naciones Unidas son el cambio climático y el desarrollo sostenible, ambos, como si no hubieran existido estas conferencias, están empeorando progresivamente.

Sin embargo, reconociendo ya casi universalmente que la causa de nuestros innumerables y entrelazados males y contradicciones es la exageradamente materialista “filosofía del mundo y de la vida” y el erróneo modo de vida de los hombres de nuestras sociedades de consumo,  las empresas y fabricantes, para mantenerse en sus negocios, están obligadas a respetar las demandas materialistas de estos hombres espiritualmente vacíos, quienes buscan sus felicidades en las posesiones de todo tipo de bienes, productos y mercancías que hace falta producir y vender. La consecuencia de esta política y conducta de los hombres de nuestras sociedades es la necesidad de la conquista del mercado, que se logra produciendo la mercancía lo más barata posible, que no permite inversiones para fabricaciones limpias, exponiendo la Naturaleza a todo tipo de contaminaciones, haciendo peligrar el mantenimiento de la biodiversidad, la capa de ozono y el clima ideal producido por la Naturaleza en nuestro planeta.

Encontrándonos en esta situación, las Naciones Unidas estaban obligadas a regular el derecho de cada país a las emisiones de gases nocivos adjudicando en el Protocolo de Kioto una cuota a cada país, encontrándose algunos como los Estados Unidos de América, Canadá, Japón y los países de la Unión Europea que ya tendrían que disminuir sus emisiones, lo que por las exigencias de sus habitantes es imposible cumplir estando obligados a buscar soluciones comprando los derechos de los países en vías de desarrollo y basándose en el hecho de que la materialista “filosofía del mundo y de la vida” está extendiéndose por todas las partes de nuestro planeta y éste a nivel económico será como un país único, los problemas tienen que tratarse globalmente.

Así es como ha nacido la palabra y política de globalización, que si se realizará sólo podría resolver nuestros problemas a corto tiempo y nos servirá sólo como un autoengaño ya que si se lograra extender nuestro modo de vida a los países en vías de desarrollo y a países subdesarrollados y convertirles en sociedades de consumo, el consumo de energía a nivel mundial podría duplicarse en los próximos 25-30 años, cuando ya ni China ni India, ni otros países de Asia, África y Sudamérica no sólo no podrían vender parte de sus cupos, sino que alcanzarían el mismo nivel de contaminación que en estos momentos tienen los países desarrollados.

Tomando en consideración que la población de los países en vías de desarrollo y subdesarrollados, donde el consumo de energía es aún muy inferior que en los de los países desarrollados, es de 2/3 partes de la población del mundo a los que con la política de globalización los países desarrollados, para tener compradores de sus mercancías, quieren convertirles en sociedades de consumos, logrando realizar este objetivo, para el año  2050, cuando la población del mundo según las estimaciones de las Naciones Unidas puede alcanzar la cifra de 10.000 millones, o sea 50 veces más que nuestro planeta tenía en la época de Jesucristo, y una media de consumo de energía por persona que puede llegar a ser 3-4 veces más que los hombres antes de la Revolución Industrial han consumido y que la podemos considerar como normal, esta sería 50 x (3-4)= 150-200 veces más consumo de energía que existía en la época de Jesucristo en el mismo tamaño y capacidad energética de nuestro planeta.

Si no queremos auto engañarnos más y registrar fracasos detrás de fracasos de los objetivos de cada una de las conferencias y cumbres mundiales de las Naciones Unidas celebradas bajo distintos tópicos casi cada año y observar impotentemente el progresivo empeoramiento de nuestra situación, tenemos que reconocer que la causa real de nuestros innumerables y entrelazados males es la exageradamente materialista “filosofía del mundo y de la vida” de la especie humana de nuestras sociedades que ha destruido el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, convirtiéndole en un ser espiritualmente vacío, buscando su felicidad en posesiones materiales que nuestro planeta sin ser su perfecto y armonioso desarrollo destruido, no está capacitado para satisfacerlo.

Para evitar esta catástrofe planetaria tenemos que reconocer que las exigencias materialistas del hombre contemporáneo en el estado degenerado de su naturaleza psico-somática no es servible y en lugar de propagar nuestra política basada únicamente en intereses económicos que representan la globalización, tenemos que buscar cómo restablecer el perfecto estado de la naturaleza especial humana, lo que exigirá un estudio global y universal no sólo de nuestros innumerables problemas, sino la vida misma y el mundo dentro del que se desarrollan todas las vidas que componen nuestro planeta.

Este conocimiento nos demostraría que nuestro mundo (flora y fauna de nuestro planeta) se desarrolló en un estricto orden y armonía, que es una necesidad para que sus “componentes”, las distintas especies animadas, puedan desarrollar sus vidas en plenitud y obtener su bienestar y que es logrado por estar impreso en sus instintos la voluntad de su Supuesto Creador que les guía en sus conductas, pero lo que en el caso de la especie humana al poseer ésta además de instinto también espíritu con facultad de raciocinio con el que puede juzgar y reflexionar sobre los acontecimientos a su alrededor y liberarse así de la influencia de la voluntad del Supuesto Creador de nuestro Mundo Manifestado también impreso en su instinto, él, el único ser vivo, tiene la posibilidad de ser guiado en su conducta y actividades, no por esta guía perfecta y única que a través de las Leyes de la Naturaleza dirige el desarrollo de nuestro mundo (flora y fauna de nuestro planeta), sino por su idea particular que si no acierta la verdad impresa en su instinto él está condenado a equivocarse y convertirse en la causa real de todos los disturbios en el desarrollo de nuestro planeta.

De la historia de la conducta y actividades de la especie humana hemos aprendido de que este caso siempre se presenta cuando el hombre no logrea establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, que en nuestra cultura cristiana ha ocurrido en la Edad Media por su exagerada espiritual “filosofía del mundo y de la vida”, y como es el caso desde la Revolución Industrial en nuestro tiempo por su exagerada materialista “filosofía del mundo y de la vida”. De esta experiencia también hemos aprendido que mientras persistía la “falsa filosofía del mundo y de la vida” y el hombre se encontraba en un estado desequilibrado de su naturaleza psico-somática, ningún intento podría eliminar los males y mejorar la situación, sin embargo, cuando a través de las contradicciones entre sus ideas y realidad eran palpables, que ha ocurrido a principios del Renacimiento, y los hombres han cambiado su modo de vida y han logrado establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana que tenían durante 250-300 años en la época del Renacimiento todos los males han desaparecido sin ninguna intención especial, más bien de manera natural y espontánea.

Encontrándonos ahora en una situación similar a la de la Edad Media sólo que en el otro extremo de nuestras posibilidades de ver el mundo y de equivocarnos, obedeciendo a nuestra naturaleza especial y diferente de todas las otras vidas que componen nuestro planeta, cuyas conductas son preestablecidas y siempre perfectas acordes con las Leyes de la Naturaleza, que en nuestro caso ni es preestablecido ni es gratuito, sino sólo puede ocurrir si logramos satisfacer las justas necesidades de nuestra naturaleza especial humana, compuesta de espíritu e instinto, obtendremos, no sólo mecánicamente, como los seres animados que sólo tienen instinto, la capacidad de sentir conscientemente la verdad y la unión de nuestra vida con otras vidas que componen nuestro planeta y adaptarse con nuestra conducta y comportamiento a las Leyes de la Naturaleza que refleja esta Verdad, eliminando con ello, de manera natural y espontánea, todos nuestros males, entre los que la contaminación del aire, tierra y agua y el cambio climático son los más graves y perjudiciales.

Sólo podríamos obtener este propósito con una revolución espiritual, un renacimiento individual de cada persona, en cuyo proceso, el restablecimiento de las grandes religiones que hoy han quedado sin influencia en nuestra vida, tendrán un papel muy importante.

Madrid, 10 de Marzo de 2015

Francisco  Z. Lantos
Doctor Arquitecto

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