La naturaleza nos demuestra que , excepto el hombre , cada especie tiene una forma de vida preestablecida regida por sus instintos, y que les favorece. La libertad que nosotros disfrutamos a este respecto, no significa que podamos alejarse a capricho de la forma de vida que biológicamente corresponde a nuestra naturaleza especial humana.
Entre las distintas formas de vida, "matrimonial" que ha tenido el hombre a lo largo de la historia, hemos aprendido que la que más se ha acertado a este tipo innato, que corresponde a nuestras necesidades psiquicas e instintivas, es la que más éxito ha tenido, y es la que tenemos que elegir si queremos evitar el fracaso y obtener la felicidad.
La mujer está concebida biológicamente para ser madre, y su papel en la procreación es mucho más importante que el del hombre, y por eso su preocupación y amor hacia el niño está mucho más desarrollado, y la unión con su pareja (el padre de su hijo) es mucho más necesaria en ella que en el hombre, quien biológicamente no posee estas cualidades. Por estos hechos biolögicos, parece que la mujer está formada constitucionalmente´más para el matrimonio de tipo monógamo, y la fidelidad, para ella, es más necesaria y más fácil de realizar que para el hombre, cuyo papel en esta unión es diferente.
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